Conversación con Mati Pirsztuk
Por Pablo Gamba
Mati Pirsztuk es uno de los realizadores latinoamericanos que participarán con sus piezas en Light Matter: Buenos Aires, una muestra de películas del festival de cine experimental de Albert, estado de Nueva York, Estados Unidos, curada por James Hansen, que Los Experimentos y el Kino Palais presentaremos en la Casa Nacional del Bicentenario el 10 y 11 junio. Pueden ver el programa haciendo clic aquí.
Pirsztuk es el único argentino en la muestra, y nos acompañará en la presentación de Color Noises (2020). Es un video en el que trabaja, no con la imagen que se identifica como tal sino como la no imagen que crea el “ruido”, una señal que se mezcla con la que se quiere transmitir y la corrompe, y que produce los colores en esta pieza.
Además de realizador audiovisual, Mati Pirsztuk es músico y trabaja con el ruido como generalmente se lo entiende, es decir, en el sonido, lo que también ocurre en la banda sonora de Color Noises. Tiene otra faceta en el cine de género, en el terror, con los cortometrajes Extrasensorial (2020) y Telestesia (2021). Entre sus piezas experimentales se cuentan, además, Encierro (2012) y Reminiscencias (2020).
“Me inspiro en algunos aspectos del primer acercamiento a la televisión. Estaba todo eso del codificado, decodificado, las señales medio raras. Al mismo tiempo estaba esa moral idílica de que no podíamos ver cosas prohibidas en canales raros. Entonces, viene un poco de ver el mensaje que está en ese glitch, en esa cosa rota”
—Cuando uno ve una pieza como la tuya, la primera pregunta es por la técnica. ¿Cómo hiciste Color Noises?
—Empecé hace unos años, experimentando con dispositivos analógicos. Tengo una cámara muy pequeña que me vino de regalo una vez que un familiar compró un televisor. Tenía una salida RCA, y la empecé a conectar a un televisor. Eso me hizo acordar algo de cuando era pibe. Cuando grababas, y no tenías un tape más grande para poder ver el tape pequeño que grababas, lo enchufabas por RCA al monitor, a una televisión de tubo, y así se veía. Sobre esta base me puse a investigar un poco, mezclando dos o tres señales de video, como fue en este caso, con la grabadora esa que te digo, otra una filmadora y una videocasetera, junto con un aparato mixer. Con esto se logra cruzar la señal y romperla, generando un glitch.
—Mi problema, al hacer esto, es que no lo podía sacar del televisor. Se veía en un televisor de 14 pulgadas que tengo por ahí, también tirado. Entonces, lo que hice fue un feedback con otra cámara delante que captara la imagen que sale en el televisor. O sea: hacer un quilombo bárbaro por todos lados.
—¿Por qué te interesa el trabajo con la materialidad de la imagen?
—Es una buena pregunta, porque es algo que, en lo personal, no me planteo mucho. Hay una búsqueda detrás de todo, pero nunca sé dónde está el eje. Te podría decir que me inspiro mucho en algunos aspectos de la infancia, del primer acercamiento a la televisión. Me acuerdo que estaba todo eso del codificado, decodificado, las señales medio raras. Al mismo tiempo estaba esa moral idílica de los niños y los adultos, de que no podíamos ver cosas prohibidas canales raros. Entonces, viene un poco de… no sé si tratar de decodificar, pero sí de ver el mensaje que está en ese glitch, en esa cosa rota.
—Tienes dos facetas principales como artista, que son las de músico y realizador audiovisual. ¿Cómo se relacionan en tu trabajo?
—Influye mucho el momento en que se desarrolla la idea. Puede ser que una idea me venga en materia de sonido, pero siento que, si se le pone algo más de condimento, puede ser algo audiovisual. A veces al revés: se te ocurre un guion, una escena y decís: “Capaz puedo contar eso con sonido”. No necesariamente haciéndolo en un escenario, como una situación filmada.
—Particularmente en esta pieza siento que se mezclan en el lado de lo que sería el ruido. Por un lado tenés el noise que es el sonido de la pieza. Parece muy extraño, pero es una guitarra eléctrica que hace todo bullicio de fondo. Y también está el otro noise, el ruido que genera el video, que es lo que se muestra en la pieza, los colores.
—Antes habías trabajado una distorsión parecida en Encierro…
—Esa pieza experimental fue lo primero que hice en materia fílmica. La hice con una cámara estenopeica. Es una lástima porque se perdió en una mudanza y fue a parar al olvido. Tratando de no sonar snob, sin ser pretencioso, ahí experimenté con un acercamiento visual estético, y no tanto explícito, por así decirlo, a la narración. En ese momento, lo que yo veía era alguien mirando detrás de una persiana, y eso influyó en la distorsión masiva de la imagen. Si bien la cámara estenopeica, de por sí, da imágenes sucias, cuando estaba editando la rompí un poco más digitalmente para lograr, de un modo más visible, esa connotación del ruido que compone la imagen.
—En tu trabajo audiovisual también tienes dos facetas: por una parte está lo experimental, pero también lo genérico. Las dos parecen relacionarse, como lo ha propuesto el BAFICI en su sección Vanguardia y Género. ¿Cómo se vinculan para ti?
—Por un lado, siento que determinados conceptos o ideas a veces se pueden abordar desde un punto de vista material o no material. Hacer cine hoy en día, en 2023, es muy difícil, más allá del tema económico, por lo organizativo. Estamos todos muy dispersos, y es muy difícil encapsularse mucho tiempo en un concepto o una línea de pensamiento para sacar adelante un proyecto. A veces, teniendo que cortarles las alas a esos proyectos, se me generan nuevos patrones para acercarme y desarrollarlos. El cine de género lo siento muy versátil para eso.
—En mi caso, siento que las películas o los proyectos audiovisuales que tienen mucha carga verbal saturan y generan una predisposición sobre cómo tienen que ser. El género te permite abordarlos desde donde quieras, como quieras. No tenés tantos estándares como podrías tener en un mainstream o en un circuito under también.
—¿Podrías decirme algunas obras o autores que sean referenciales para ti, tanto en el campo de lo experimental como en lo genérico?
—Es algo mainstream, pero para lo experimental me gusta bastante David Lynch, en las diferentes etapas de su vida. También personas como David Cronenberg, para lo que sería el género. Sigo muchos autores de literatura y músicos. Uno que me ha influenciado mucho para realizar diversas cosas es Thomas Pynchon, un novelista.
—Me gusta el avant-garde de por sí, el abordaje vanguardista de las cosas. Por ejemplo, John Cage me gusta mucho en la música, en lo más experimental, y Pauline Oliveros también. Pero por lo general trato de no anclarme demasiado en una persona o en un tópico sino que son cosas que uno va levantando en el camino.
—Con Color Noises tu trabajo ha alcanzado cierta trascendencia que se refleja en la selección para el Festival Light Matter, y las muestras de Quito y Buenos Aires. ¿Cómo ves este momento en tu carrera como realizador audiovisual?
—La verdad es que yo también estoy sorprendido por la trascendencia que tuvo, porque es algo que yo, en el momento en que lo estaba haciendo, no lo pensaba mover por festivales. A lo sumo, alguna que otra muestra o algo así, muy simple. Resultó que terminó haciendo un ping-pong de acá para allá.
—Por lo que respecta al punto de ahora, me sirvió bastante para hacer networking, porque estoy conociendo gente increíble gracias a la pieza. Pero también siento, ahora que me lo decís, medio una presión porque, si pongo la vara ahí, después tengo que estar a la altura de esa vara, no me puedo ir en picada para abajo.
—El año pasado, a mitad de año, estuve haciendo un taller de cine sin cámara en los estudios Lumiton, en Munro. Fue un approach al cine de 8 mm y 16 mm, pero interviniendo la imagen, o sea, otra vez con lo experimental. Me gustaría poder trabajar algo más, ya con celuloide, con fílmico, para el próximo proyecto, la próxima obra o lo que pueda realizarse con eso, pero siguiendo esta línea.
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