Proyecto fantasma

Por Pablo Gamba 

El segundo largometraje de Roberto Doveris, Proyecto fantasma (Chile, 2022), es parte del MUBI Fest de Santiago en Chile. Se estrenó en el Festival de Rotterdam y estuvo en el BAFICI, donde Juan Cano compartió por esta película el premio al mejor actor en la Competencia Internacional. Las plantas (Chile, 2015), la ópera prima de Doveris, recibió una mención en la sección Generation 14 plus de la Berlinale y compitió también en el festival de Buenos Aires. 

El director chileno tiene una carrera paralela como productor de películas de mayor envergadura que estas, como El príncipe (Chile, 2019), de Sebastián Muñoz, en la que actúan Alfredo Castro y el argentino Gastón Pauls, y El pa(de)ciente (Chile, 2021), de Constanza Fernández. Además, es director de videoclips, y de esta manera ha mantenido una colaboración con la cantante argentina Violeta Castillo, que ha actuado en sus dos largometrajes. 

Proyecto fantasma no se destaca, como Las plantas, por el tema de la sexualidad femenina y la correspondiente mirada al cuerpo de los hombres. Esto se debe en parte al género dramático dominante en la anterior película, que se centraba en el personaje adolescente de Castillo, y daba espacio para explorar emociones y sensaciones. Comprendía el contrapunto entre el cuerpo deseante de la protagonista y su hermano mayor de cuerpo inerte, en un estado cercano al vegetativo, lo que tenía un correlato fantástico, proveniente del imaginario del cómic y del cine de ciencia ficción, en las las almas de las plantas que poseen a los seres humanos. Se exploraba, asimismo, el espacio de la casa para ese crear ese misterio y en las experiencias sexuales. 

En la segunda película hay un giro hacia la comedia con un estilo más relajado, sin las atmósferas tensas de Las plantas, y hacia una fresca mirada gay con un hombre protagonista interpretado por Cano, que también trabajó en la ópera prima. Esto conlleva una dispersión del peso del personaje principal en el grupo y una menor profundización en las emociones. Pero eso es parte de un juego que se plantea desde el comienzo en cómo se asume el fin de una relación sin dramatismo, y que hace del chaleco misterioso y el fantasma motivaciones inscritas en una trama de enredos. 


El cine de Doveris, sin embargo, sigue basado aquí en el trabajo con los actores. Vuelven también las apropiaciones de la cultura pop y la fluctuación entre motivos de diversos géneros cinematográficos, así como la intervención de la imagen grabada con animación, que es un sello del director. Pero, a diferencia de la concentración de Las plantas, esto tiene como correlato en Proyecto fantasma una mayor diversidad y fluctuación de las identidades, que incluye el deseo que despierta el protagonista en algunas mujeres y el dibujo animado que representa al fantasma en constante cambio. 

Frente a la profundidad psicológica de Las plantas, hay otra, material en Proyecto fantasma por lo que respecta al vínculo entre la manera de ser de los personajes y un sistema económico en el que la única posibilidad de tener vivienda, para muchos adultos jóvenes, es compartirla con “roommates”, por ejemplo. De esto surgen formas de convivencia que revelan que es un mito el modelo tradicional de familia. La diversidad de identidades y relaciones que se tejen hoy ya no se amoldan a eso. 

Llama la atención que, siendo una película de 2022, que se rodó entre 2019 y 2021, no se haga referencia a las protestas contra del capitalismo “modelo” que la dictadura de Augusto Pinochet impuso en Chile. Pero en el cine de Roberto Doveris hay una constante crítica de ese sistema, tanto en las dificultades económicas de la familia de la protagonista de Las plantas como en la precariedad laboral, además de lo dicho con respecto a la vivienda, en Proyecto fantasma. Hay una clara toma de posición frente a la privatización de la salud que tiene su punto culminante en El pa(de)ciente

Es importante reparar en aquello que no ve el cine que se propone la “denuncia” y que, cuando lo plantea, es con el lugar común del problema-solución. La forma de vida representada en Proyecto fantasma es también una respuesta al derrumbe de las promesas del sistema capitalista, y acarrea una liberación de las identidades y las sexualidades. Lo mismo ocurre con las novedades tecnológicas: son productos de consumo, pero también sirven para cambiar la cotidianidad y crean oportunidades de supervivencia en la jungla de la precariedad, como es el caso de los youtubers

A falta de la expresión espectacular de las fuerzas que impulsan el cambio con protestas, aquí está representada una generación que en su cotidianidad transforma la sociedad que les ha llevado a ser lo que son. La diversidad de experiencias de Proyecto fantasma anuncia la aspiración a la libertad de los millennials. Los misterios de la época de Las plantas se disipan para dar lugar a una mayor claridad.

Esta nota se publicó originalmente en Desistfilm.

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