Barrunto

 

Por Pablo Gamba 

Barrunto (Reino Unido-Puerto Rico, 2024) se estrenó en la sección Forum Expanded del Festival de Berlín. Es un largometraje de Emilia Beatriz, artista puertorriqueña radicada en Escocia, en torno a los paisajes de Cape Wrath, lugar en el norte de ese país, y Vieques, isla del archipiélago de Puerto Rico. Es un tema que había trabajado en un video de 54 minutos que fue parte de una instalación, titulado A Forecast, a Haunting, a Crossing, a Visitation (2019), en el que también están los personajes de Agüita, Vientazo y Uran(i)o de Barrunto

El vínculo entre ambos paisajes no se desprende de la biografía de Beatriz. La base son los terrenos de Cape Wrath que pertenecen al Ministerio de Defensa británico y se usan como polígono militar. Durante sesenta años Vieques fue análogamente campo de tiro de la Marina estadounidense, hasta que en 2003 las protestas de los puertorriqueños detuvieron esas prácticas. En la misma costa del norte de Escocia operaba un centro de pruebas de reactores para submarinos y está lo que queda de la central nuclear experimental de Dournreay. 

Barrunto se aparta con su paisajismo del cine en primera persona que tanto se sigue haciendo en América Latina. Pero el giro ontológico de su política se hace eco de una fatiga y desprestigio de la lucha por el poder que no es menos lugar común, y problemático. Hoy los que triunfan en el campo progresista son los discursos de resistencia. Paradójicamente, es un pensamiento que conquista cuotas de aquello que dice combatir en la Academia, y en el arte y el cine. 

Lo de la ontología no es interpretación. Se hace explícito al comienzo en una carta a Vientazo que recuerda las de Sin sol (1983), de Chris Marker. Hace referencia a “los seres [que] permanecen mientras que se divide el ser” y vincula la división con “la violencia que implica reordenar el mundo como una separación de esto y aquello”. Es el enfoque del colonialismo aquí: la división del ser que se despliega en una multiplicidad cósmica siendo el mismo. Lo destruye el poder que fija fronteras y las expande. Lleva a señalar, al final, el vínculo entre Cape Wrath, Vieques y Gaza, donde hoy caen las bombas y entran las tropas del colonialismo genocida israelí con el apoyo de las potencias occidentales y el silencio cómplice de muchos. 


Se podría describir esta película como un poema del lenguaje que podría transmitir las vibraciones del ser uno y múltiple. “Barrunto” es un clásico de la salsa, de Willie Colón o Héctor Lavoe. Es música de vibrante ritmo. El sentido de la palabra también se puede desarrollar en un texto escrito poético como el homónimo de José Raúl González “Gallego” que cita Emilia Beatriz. El significado en el diccionario es “indicio”, lo que lo vincula con la imagen fílmica como huella de aquello que registra. Sería así también como se comunica el ser en el lenguaje material de la carta de Vientazo por lo que respecta a la vibración, que igualmente es una potencia de la imagen del cine: algo que recorre la diversidad del ser en tanto se transmite por ella.  

La pregunta que plantea el análisis de Barrunto es cómo la vibración atraviesa los fragmentos que comprende la extensa enumeración incluida al final por la cineasta, como una suerte de índice; cómo la diversidad de materiales que la integran conforman una unidad análoga a la del ser múltiple. No hay una voz que aporte cohesión porque son varias. La multiplicidad es también de lenguas ‒inglés, español, espanglish, gaélico escocés, cantos afrocaribeños‒. La música podría ser otra opción a considerar como dominante en la forma fílmica, pero es también diversa. Lo mismo ocurre con el sonido. Incluye grabaciones en muchos lugares, hasta el espacio exterior.

Lo dicho en torno a los paralelismos de Cape Wrath y Vieques es una pista más productiva: se trata de una forma en la que se conjugan lo narrativo, lo asociativo y lo abstracto, siguiendo a David Bordwell y Kristin Thompson. Lo confirma la importancia que tiene el mito en la película, la personificación de los elementos: Agüita, Vientazo y Uran(i)o. Por referencia a la Grecia de la antigüedad, trae a colación a Gaia, la Madre Tierra que engendró a Urano, y tiene un correlato científico en el uranio. La radiación lo asocia con las pruebas nucleares de Escocia, pero es un elemento engendrado por la tierra y evoca con su nombre a Urano, el planeta. Siguiendo esta línea científica, la cineasta también refiere las conexiones al entrelazamiento cuántico, todas las cuales se dan entre los materiales entre sí por la naturaleza que se transmite en su vibración. 

Percibimos el encuentro de materias diferentes en lo mismo de modos más simples y evidentes, pero cuyo sentido solo se percibe a plenitud en el contexto general de las conexiones formales. Por ejemplo, en el plano del comienzo de las olas del mar que terminan de romper mansamente en la arena de la playa, en la que se disuelven. Agua y tierra se hacen una y la misma cosa allí. Se reitera esto en los diversos planos en los que ambos elementos conforman un mosaico en los suelos de Cape Wrath, y en cómo la luz comunica otros seres allí con el agua, haciendo visible su reflejo. Esto conecta la tierra y el agua con el cielo, en el espejo de una charca, por ejemplo, o la camarógrafa reflejada como por error que no es tal en los charcos por entre los que camina. 

También se deja ver la luz misma en su materia lumínica por las “chispas” que causa en agua que la refleja cuando se imprime en la película. Es un lugar común del cine experimental. Una comunicación análoga se percibe cuando el ruido de un cacerolazo de protesta en Puerto Rico hace vibrar la imagen de aspecto abstracto que ocupa el plano como pura materia fílmica.  

Análogamente ocurre que la película en 16 mm transmite su vibración a la imagen de la naturaleza que se imprime en ella, cuando el estremecimiento de la materia fílmica intervenida en el revelado se percibe en el paisaje que se filmó. Las plantas se agitan como si animales invisibles se desplazaran con velocidad entre ellas o tuvieran movimiento propio, y eso produce un extraño registro en la película. Imágenes que son diferentes se hacen una en las sobreimpresiones. 


Vuelvo al reflejo en el agua por la dimensión cósmica espacial y temporal que alcanza de otro modo en Barrunto. Hay una misteriosa criatura de papel de aluminio que anda por el campo escocés reflejando en su cuerpo metálico lo que la rodea. Lo transfigura un efecto de animación, como si lo hiciera parte de su ser al reflejarlo. A este ente se lo identifica como un desdoblamiento de Urano, pero es también el elemento que sirve de combustible a los reactores. La criatura parece llegada del planeta lejano y de otro tiempo para reintegrarse a la tierra de su origen mítico, en el que podría ser el presente de este mundo o de otro imaginado por la ciencia ficción. La multiplicidad es incluso de universos posibles en esta película especulativa. 

Es de esta manera como la política de Barrunto intenta abrir imaginariamente la esperanza de un cambio que resulta paradójico en este contexto, en tanto la resistencia implica restitución. Es una voluntad que se afirma explícitamente contra la posibilidad de lo contrario, que también está planteada: la de un futuro que ya pasó y que, por tanto, es cosa del pasado, como dice una de las varias canciones de las que la cineasta se apropia. Esto plantea la pregunta de cuál sería ese otro futuro que no pasó y que debería venir, si lo que resiste es la posibilidad de un mundo nuevo o el regreso a la unidad mítica que el colonialismo destruyó. La respuesta barroca de Barrunto estaría en la conjunción de la ciencia con otra manera poética y “precientífica” de entender el mundo

Todas las conexiones de la película, sin embargo, no dejan de ser frágiles por lo que respecta a la aspiración a mantener junta su heterogeneidad. Si le confieren unidad, no pueden hacerlo sino en fuerte tensión con su diversidad y sus mutaciones. Pero es justo eso lo que hace de Barrunto un largometraje experimental y le da un lugar entre la producción de otras artistas que recorren caminos cercanos en el cine y el videoarte puertorriqueño, como Beatriz Santiago Muñoz y Sofía Gallisá Muriente en particular. Emilia Beatriz usa fragmentos de estas dos cineastas en Barrunto

En el contexto latinoamericano, hay otras referencias por lo que respecta a su interés por las vibraciones del paisaje, por ejemplo filmes del argentino Pablo Mazzolo o el Colectivo Los Ingrávidos, de México. La selección para el Festival de Berlín es consagratoria en este sentido.

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