Los dos lados de la tortuga


Por José Suing Mendieta 

Los dos lados de la tortuga (Ecuador, 2024) es la ópera prima del cineasta guayaquileño Oscar X. Illingworth. Tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Róterdam, en su edición 53. Inspirado en Las encantadas, de Herman Melville, es un relato sobre sus habitantes de las Galápagos, los humanos y los originarios no humanos.  

El cortometraje, al igual que cada uno de los fragmentos de Las encantadas, comienza con un texto extraído de “La reina hada”, de Edmund Spencer: “‘No temas’, advirtió. Allí no se encuentran esos monstruos sino seres ocultos bajo formas temibles”. Este texto, que es tan antiguo como el descubrimiento mismo de las islas, es una no planificada, pero análoga, descripción del archipiélago, lugar dónde fue filmado el cortometraje.  

Durante el siglo XVI las islas fueron un lugar de nadie, puesto que no habían tenido conexión alguna con los pobladores sudamericanos antes de la colonización. Con la llegada de los europeos a América, fue un refugio para piratas ingleses. Por sus condiciones climáticas, las Galápagos solían ser tapadas por la niebla, lo cual llevaba a especulaciones sobre su existencia, o si se trataba de espejismos o malestares sufridos por la mente de aquellos que navegaban por varios meses. 

Esto, sumado a la peculiaridad de la flora y fauna que conservan las islas, han sido tema para muchos viajeros y escritores, quienes se han inspirado en las particulares imágenes para escribir diarios que dan cuenta de este territorio singular, ubicado a 620 millas del Ecuador continental.  

El cortometraje lleva el título del segundo boceto del libro de Melville: “Los dos lados de la tortuga”. Es el encuentro del narrador con los habitantes más antiguos y longevos de las islas, las galápagos, a las que describe como monstruos de dos lados, uno oscuro y otro brillante. Las tortugas, escribió, tienen ese doble estado: el brillante, que recibe luz, y el oscuro, que se encuentra debajo de ellas. Esto les permite vivir. 

El film da cuenta de la analogía de las islas con la fisonomía de sus emblemáticos habitantes. Pueden ser un paraíso brillante y único en el mundo, un museo vivo para los amantes, profesionales y entusiastas de la biología, zoología y demás ramas de las ciencias naturales. Pero también son un espacio que sufre de muchos problemas de habitabilidad para los humanos y no humanos, entre ellos, la introducción de especies, la sobrepoblación turista y los megaproyectos inmobiliarios. Son visibles para quienes son suficientemente sensatos de aceptar la posición natural de las Galápagos, su lado claro y su lado oscuro.  


Una voz en todo periodístico narra el uso de los galápagos para aprovechar su aceite como un producto de lujo para los humanos, específicamente las últimas generaciones que han conocido convivido con ellos, tres en un legado de dos a tres millones de años. 

El interés humano por estas tortugas tiene una data muy antigua, aunque fue claramente popularizado al ser incluido en Sobre el origen de las especies, de Charles Darwin, obra publicada cinco años después que Las encantadas. De la fecha al día de hoy, las islas han sido un lugar de encuentro para especialistas en la materia. Ejemplo de ello es Raymond L. Dirtmans quien durante su estadía filmó The Tortoises. En el fragmento que vemos en esta película, el zoólogo estadounidense describe breve y didácticamente, con los limitados recursos que una película silente le permitía, las Galápagos. 

The Tortoises es el primer registro de las Galápagos en el cine. En él vemos a una niña “cabalgando” una tortuga y que disfruta del lento, pero único, paseo, mientras un hombre adulto le muestra al animal una cáscara de banana. 

Los dos lados de la tortuga se añade al conjunto de filmes sobre diarios de viajeros en el Ecuador. Caso similar es Territorio (2014), donde Alexandra Cuesta hace un repaso por el viaje del francés Henri Michaux. Entre otras películas, dan cuenta de varios recorridos que se realizaron entre los siglos XVII y XIX, los cuáles relataban, para las urbes europeas, historias de un país pequeño en medio de Sudamérica. La batuta ahora se ha pasado a los cineastas de este país, quienes, partiendo de historias mínimas, construyen en conjunto una nueva cartografía cinematográfica.

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