tú me abrasas y Malqueridas


Por Ángel Pérez

El Festival Internacional de Cine IndieLisboa, cuya edición correspondiente a 2024 se celebra entre el 23 de mayo y el 2 de junio, acoge en su programación varias producciones latinoamericanas de interés. Me gustaría llamar la atención sobre dos en particular: el documental Malqueridas (2023), de la realizadora chilena Tana Gilbert, que integra la Competencia Internacional del evento, así como el largometraje de ficción tú me abrasas (2024), del director argentino Matías Piñeiro, incluido en la sección Silvestre, dedicada a “películas que rechazan fórmulas establecidas y estimulan nuevos lenguajes”. Obras inteligentes, vista la argucia de sus creadores para tejer un cuerpo expresivo estilísticamente singular, Malqueridas y tú me abrasas llegan como ejemplos vitales de la contemporaneidad del cine latinoamericano.

Gilbert opera con un criterio de realización absolutamente subjetivo, aspecto cada día más recurrente en el cine documental. Y no solo porque ceda la palabra por completo a sus protagonistas, cuyas confesiones abrazan toda la trama argumentativa del filme. Ellas también son responsables de la mirada: todas las imágenes de Malqueridas son videos de archivo grabados por las mismas testimoniantes. Esa subjetividad, por supuesto, no atenta contra la verdad blandida por el documental, al contrario, garantiza su potencia, la sostiene.

Esta obra se consagra a un grupo de mujeres privadas de libertad en el Centro Penitenciario San Joaquín de Santiago de Chile, quienes viven, bajo tales circunstancias, diversas experiencias de maternidad. Gilbert no se interesa en las condiciones o la política de la institución, tampoco en los motivos que condujeron a prisión a las entrevistadas. Aunque tanto las imágenes como los testimonios entregan índices de la violencia y la precariedad del mundo penitenciario, se prioriza una suerte de política de los afectos enfocada en aprehender las emociones/el imaginario de estas mujeres moldeados por las bárbaras coyunturas atravesadas. Como advertía antes, el paisaje temático atiende específicamente la maternidad en/desde la cárcel, pero lo hace en la medida en que expone, con una intimidad a veces desgarradora, la sensibilidad humanamente compleja de estos seres.

tú me abrasas también es una película volcada sobre el cosmos emocional de unas mujeres, si bien desde una propuesta estilística radicalmente diferente. Es una suerte de alegoría sobre la fragilidad a que conducen los sentimientos amorosos, las decepciones afectivas. Piñeiro busca una vez más explorar las cualidades performativas del cine y dinamitar las posibilidades expresivas del lenguaje fílmico, que él entiende como un laboratorio donde la coalición de escritura literaria, sonido e imagen es capaz de enfundar múltiples sentidos culturales. Así, mientras el sujeto de Malqueridas es un sujeto sitiado, el de tú me abrasa es un sujeto universal, desprendido de la inmediatez. Tal vez por eso Piñeiro recurre al mito para meditar acerca de cómo nuestras emociones afectan/definen/estremecen nuestra existencia. En esta nueva propuesta el director de Viola (2011) parece despojarse de todo remisión social y conciencia política para quedarse solo con el individuo movido por sus pasiones y sentidos.

Malqueridas se emplaza en el espacio de una cárcel chilena; tú me abrasas se levanta por sobre cualquier pertenencia geográfica ‒la trama se desplaza, sin problemas, entre Nueva York, Argentina y San Sebastián, casi sin ser advertido por el espectador‒. Mas ambas películas apuestan por escrutar al individuo, en específico a las mujeres, por encima de los dictados de la Historia. La Historia, si acaso se asoma, es desde un segundo plano, pues acá importa el mundo único y fluido de la subjetividad.

¿Qué entrega exactamente Gilbert en Malqueridas? Esta realizadora tomó un conjunto de videos (y fotografías) grabados por las propias reclusas con sus celulares durante sus días en prisión ‒imágenes clandestinas que sobrevivieron a la prohibición expresa de hacer registro alguno dentro del espacio penitenciario‒ y lo articuló con el testimonio de una veintena de ellas. Los testimonios llegan en la forma de un relato único proferido en las voces de Karina Sánchez y Natalia Abarca.

Esas imágenes de archivos, verticales, granuladas, a veces tendentes a lo abstracto dadas las pobres condiciones en que fueron grabadas, resultan en sí mismas fragmentos de memoria, contundentes alegatos del habitus de estas mujeres en la cárcel. La precariedad de esos archivos es ya un corolario de la vida de las protagonistas. Esas imágenes son tan borrosas como borrosas son las vidas/las identidades maternas de las prisioneras. Su cualidad residual ‒aspecto que se deja sentir en su materialidad‒ metaforiza con elocuencia la condición existencial de las confinadas.

Quizás el valor más significativo del documental es el agudo enlace entre los testimonios visual y oral. Esa amalgama devela las diversas formas de violencia vivida por estos seres marginados a veces a pesar de sí mismos. La atención a las experiencias de maternidad deviene tan lúcida en tanto desnuda la fragilidad y vulnerabilidad, la suerte de estas féminas. Incluso en una coyuntura como esa ellas necesitan ser madre, compartir y recibir el cariño de sus hijos.

Al principio de Malqueridas, mientras corren los primeros créditos, se escuchan sobre negro unas rejas que se cierran, los sollozos de un niño, una mujer que entona una canción de cuna… Pasados unos segundos, gradualmente, comienza a disiparse el negro y se nos deja solo con esa madre que abraza en su regazo a un bebé. Esa íntima estampa, y el paisaje sonoro que la antecede, avisan del recorrido discursivo del filme.


¿Qué impacto tiene la separación de los hijos? ¿Cómo se prologa la experiencia de ser madre en prisión? ¿Cómo se gestionan los sentimientos desde ese espacio? Malqueridas dibuja un fresco profundamente revelador al descubrir formas de sustitución tanto de la figura de la madre como de la figura de los hijos, al mirar hacia relaciones de parejas y experiencias de superación personal que acaecen en la cárcel, al presentar las estrategias de resiliencia y sororidad desplegadas por estas reclusas.

Allí, en la prisión, donde una día despiertas con la noticia del suicidio de una compañera y al otro con la noticia de la muerte de tu hijo en un accidente, estas mujeres desarrollan una singular economía de los afectos, otras maneras de granjearse el cariño que también necesitan. Y en tal sentido el documental contribuye a pensar la idea de la maternidad y la familia desde una perspectiva otra.

Gilbert erigió su documental desde el convencimiento en el poder revelador de la palabra de un individuo acerca de sí mismo. Y eso hace de Malqueridas un auténtico documento político, que enseña a mirar desde un ángulo otro el camino de esas madres.

El espectador avisado advertirá de inmediato, desde los primeros minutos de tú me abrasas, que Piñeiro vuelve con otro ejercicio de estilo francamente sugestivo. Esta nueva película del argentino entrega otra experiencia estética plagada de virtuosismos tanto en la construcción visual como narrativa, tanto en la planificación del discurso como en el registro sonoro.

Piñeiro es un autor resuelto, y en tanto tal sus películas son variaciones alrededor de ciertas obsesiones a las que siempre consigue imprimir originalidad, o revelar acerca de ellas inéditas perspectivas. Otra vez presenta una obra que busca calibrar las relaciones entre cine y literatura, mas no a la manera de las tradicionales adaptaciones literarias. En tú me abrasas me atrevo a decir que radicaliza un poco más su operatoria, al punto devenir el filme un ahondamiento en los posibles vínculos materiales entre la escritura literaria y la narración cinematográfica.

A ese grado parece arribar el director de La princesa de Francia (2014) e Isabella (2020). Acodado ahora en la tradición/el legado del cine experimental, compone una suerte de poema en el que renuncia a la causalidad y apuesta por el fragmento, donde reivindica el poder revelador de la palabra escrita, donde ensaya ritmos visuales y enaltece la autonomía plástica de la imagen, donde procura comunicar más desde lo sensorial que desde lo argumental.

Reconocido por la crítica como uno de los imaginarios artísticos más propositivos del cine latinoamericano del presente, Piñeiro consigue todo el tiempo que sus cintas, aunque inspiradas en obras literarias, resulten genuinamente cinematográficas; y no obstante su poética apele suficientemente a la omnipresencia del placer estético. Su cine nunca es abstracto, no se solaza en el juego de las formas, es un cine de ideas enfocado en descubrir otras manera de pensar.

Este creador cerró, podríamos especular ya, su ciclo de película inspiradas en personajes femeninos de Shakespeare, y se presenta ahora con un ejercicio cuyo punto de partida es la escritura de Cesare Pavese. tú me abrasas injerta en una situación contemporánea ‒como es costumbre en las narraciones del autor‒, un diálogo entre la poeta griega Safo y la ninfa Britomartis, escrito por el poeta italiano bajo el nombre “Espuma de mar” e incluido en su libro de marginalias Diálogos con Leuco (1947).


Los personajes literarios, así como sus reflexiones sobre el amor, la muerte y las pasiones, son asumidos por dos mujeres (las actrices Gabi Saidón y María Villar), quienes sustituyen el nombre de sus contactos celulares por los de Safo y Britomartis, para encarnar en su comunicación diaria y en su relación la personalidad de sendas voces literarias. A su vez ellas dos proceden de una suerte de dimensión onírica, pues emanan de la imaginación de una joven estudiante que, al no poder entrar a su apartamento tras su novia cambiar la cerradura, camina por la ciudad mientras lee esos Diálogos con Leuco escritos por Pavese. Quizás ambas experiencia se sucede paralelamente nomás.

De cualquier forma, la movilidad textual del filme es sumamente rica, tanto que se cubre a nivel visual del carácter simbólico y el lirismo de la letra de Pavese y Safo. Al inicio de tú me abrasas, cierta narradora, tal vez golpeada también por una decepción amorosa similar a la de Safo y Britomartis, advierte que “la película va a cruzar el texto ‛Espuma de mar’ con algunos poemas de Safo y otras varias notas al pie”. El resultado: tú me abrasas es alguna clase de collage, una amalgama de remisiones culturales donde confluyen incluso pasajes de la vida de Pavese y apuntes sobre la traducción…

Rodada en 16 mm, el director aprovechada la textura de este formato para conseguir imágenes más autosuficientes (teñidas de un aire bucólico a ratos), que favorecen la cualidad fragmentaria del relato, en el que los pasajes parecen evocaciones de una memoria presa de la nostalgia. En ciertos momentos los fragmentos se encabalgan como los versos de un poema y en otros las imágenes se repiten en diversos intervalos rítmicos. Hay instantes en que se ven pasar las páginas del libro y se subrayan los versos en una oda al acto mismo de la lectura. tú me abrasas es una cámara de ecos, un gesto de amor a la poesía, un homenaje al gran escritor italiano y un refugio para los enamorados. Este ejercicio de Piñeiro es fascinante, cautivador… Quizás difícil para algunos, y por lo mismo siempre estimulante, como recordara Lezama.


Malqueridas y tú me abrasas llegaron a IndieLisboa con un admirable recorrido internacional a cuestas. Por ejemplo: la primera obtuvo el Gran Premio de la Semana de la Crítica de Venecia; la segunda se estrenó en la sección Encounters del Festival de Berlín. El agudo manejo del material de archivo y del testimonio consumado por Gilbert, y el sagaz/arriesgado montaje entre literatura y cine ensayado por Piñeiro, no dejan a nadie indiferente. Vueltas a revisar en su paso por IndieLisboa no sería un exceso afirmar que las dos películas pueden militar hoy en la vanguardia del cine latinoamericano contemporáneo.

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