Desierto

 

Por Pablo Gamba 

Desierto (Argentina, 2023) fue una de las películas que integró la selección del festival de cine experimental mexicano Ultracinema, que la incluyó también en su programación online. El cortometraje de Francisco Provedo, realizador que vive en Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut, en la Patagonia argentina, ha tenido un recorrido por festivales como el Festifreak de La Plata, en ese país, y el de Cine Radical, en Bolivia. 

Esta película es un ensayo documental de la vertiente farockiana por su interrogación explícita de las imágenes. Se inscribe también en el cine sobre el paisaje y la cuestión del territorio que está en alza en América Latina, y cual Ultracinema dedicó una sección con varios programas. En Los Experimentos hemos escrito sobre varias obras recientes destacadas de este tipo, como La Laguna del Soldado (Colombia-Canadá, 2024), de Pablo Álvarez-Mesa, y Barrunto (Puerto Rico-Escocia, 2024), de Emilia Beatriz. 

La relación entre ambas cuestiones está en el uso de las imágenes del paisaje como apoyo para la construcción de un territorio. Ocurre en la que constituye la versión oficial de la expansión del Estado argentino hacia un Sur que se representó como despoblado o habitado por salvajes para justificar la llamada “conquista del desierto”. Esta historia incluye los comienzos del extractivismo de los recursos naturales de la Patagonia. 

La fragmentación es un recurso del que los cineastas de hoy se valen para desarticular y cuestionar relatos como este, y Desierto no es una excepción. Por lo que a esto respecta, la película de Provedo se destaca por la diversidad de materiales que confronta con la coherencia de la historia oficial. Incluye fotos en blanco y negro del paisaje; otras detalladas, en color, de fósiles rodeados de limbo negro; video en modo de visión nocturna y diurno, en color; fotos e ilustraciones de archivo; planos, y hasta renders del planeta Marte. Construye también así una confrontación de lo humano y lo animal, lo que es otro tema que se reitera en el cine actual. 

El comentario crítico de Provedo sobre las imágenes relaciona esta diversidad con los diversos grados de información que hay en ellas, lo que plantea preguntas en torno a su relación con los referentes. La menor es la que hay en los renders, que simplifican la información, lo que se puede hacer extensivo a los dibujos, mientras que el máximo es el que se obtiene de la experiencia directa. La manera de evocarla en el cortometraje es por medio la voz del cineasta, que relata en primera persona lo que es la actividad riesgosa de caminar solo por el desierto. 


Se percibe en esto último un contrapunto con lo que podemos ver de los animales en la película, cuya relación con el paisaje parece ser de integración. Escribo “parece”, y no “es” porque Provedo no deja de abrir espacio para la duda con un jump cut que hace desaparecer una de las figuras, lo que rompe la ilusión de la película como ventana a lo real. Algo similar ocurre cuando hace o reproduce cortes en imágenes que figuran en el mismo plano. 

Por lo que respecta al hacer tangible la imagen, el recurso que más se destaca en Desierto es, sin embargo, el montaje. El ruido del ambiente cambia simultáneamente con el plano de manera reiterada. Esto recuerda, por una parte, las películas de aficionados que no se plantean la separación de la imagen y el sonido, pero para sacar partido aquí de la sensación cuasitáctil, como de chispazos, que se produce de esta manera, y que es reveladora de la materia electrónica de lo que vemos y escuchamos con el consecuente efecto de distanciamiento respecto a lo registrado. En esto el corto de Francisco Provedo se deslinda de la corriente también actual del trance en el cine latinoamericano sobre el paisaje que, con recursos quizás análogos por lo que respecta a la materialidad, se propone abrir intersticios que anuncien “la posibilidad de otra convivencia: de un mundo diferente”, como sostiene Jens Andermann en Tierras en trance

Lo cuasitáctil, junto con la fragmentación, hacen que esta película me recuerde otra sobre el mismo paisaje: Patagonia (Argentina, 1974), de Narcisa Hirsch, que comentamos en una nota de este blog. Me da una impresión de continuidad de la búsqueda de la cineasta experimental, en los setenta, en 16 mm, en alguien que hoy trabaja la misma temática, lo que quizás no se deba tanto a una influencia, porque no puedo constatarlo, como a la persistencia de los problemas en relación con el paisaje, que se hace evidente incluso para cineastas tan distintos como Hirsch y Provedo. 

La cadencia en la manera de hablar del narrador me hace recordar también los cortos de Pablo Martín Weber, como Homenaje a la obra de Philip Henry Gosse (Argentina, 2020), comentado por Mariana Martínez Bonilla en Los Experimentos, y que son una referencia por lo que respecta al cine de ensayo del presente en Argentina. Pero lo más relevante, por lo que respecta a la actualidad de Desierto, es su pertinencia con referencia al regreso del impulso extractivista como motor del modelo de subdesarrollo con el gobierno de Javier Milei. El hecho de que la película se haya realizado antes de su llegada al poder es indicativo de que son cosas que siguen siempre latentes en la cultura hegemónica, prestas a regresar de las tinieblas para darle a la colonización un renovado protagonismo, incluso con apoyo electoral, en democracia.

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