Boletín Interno

 

Por Pablo Gamba 

En Corriente, Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción de Arequipa, Perú, en la sección “Subjetividades Subversivas”, está Boletín Interno (Argentina, 2024), de Meri Franco Mao. Se estrenó en el Festifreak de La Plata, festival que se destaca en Argentina por su perfil contemporáneo, y ganó allí la competencia nacional de largometrajes. 

Es otro documental en primera persona de los que se vienen haciendo y que, como muchos otros, trata de los padres del realizador o realizadora. Incluye material del archivo familiar y testimonios de los personajes, que en este caso son los dos y la cineasta. Como ya es de rigor en estas películas, le da trascendencia a la historia por su relación con el contexto histórico nacional. Es un relato sobre la violencia contra una mujer y la reconstrucción de su vida, lo que también ubica a Boletín Interno en el campo de cine que hoy se ocupa de los problemas vinculados al género. 

Lo que hace que este sea un documental singular es la mirada a la militancia de los padres y la hija en el Partido Obrero, que integra el Frente de Izquierda en Argentina junto con otras tres organizaciones de tendencia revolucionaria trotskista. El título viene de cómo el caso de violencia de género de Osvaldo contra Flavia, al que se agregaron otras denuncias por corrupción y problemas morales y políticos, llevaron a decidir su expulsión. Fue el resultado de un juicio al que lo sometió el partido y del que se hizo partícipe a la militancia a través del Boletín Interno.


Esto recuerda otro lugar común del documentalismo actual que tiene fuentes en el feminismo: lo personal es político. Pero la frase, dicha en calidad de revelación, solo puede ser producto de una formación en el hábito de la separación ficticia de ambas cosas. Es muy otro el caso aquí. 

Una grabación de Meri Franco, cuando era una niña muy pequeña, cantando canciones del PO, hecha por su padre, hace patente desde el comienzo cómo la militancia en el partido revolucionario conforma la vida de las personas y su familia. Siguiendo la alternación de los testimonios de ambos padres y las partes sobre la actividad política de la realizadora, que es el dispositivo dominante en la película, se agrega una anécdota que cuenta la madre de cómo un día la llamaron porque Meri organizaba una movilización de sus compañeritos del jardín de infantes. 

La relación entre lucha y vida no aclara por sí misma la que podría haber entre el feminismo y socialismo. Por eso, la parte del campamento de la UJS que corresponde a la experiencia de la hija incluye una explicación de Vanina Biasi, hoy diputada del PO en el Frente de Izquierda. Sostiene que la separación de ambas causas se deriva en la izquierda del retroceso del feminismo en el comunismo que triunfó en la Unión Soviética. El trotskismo surgió como un deslinde de eso. Hoy vuelve a converger con el socialismo en partidos como los del Frente de Izquierda. 

Sin embargo, lo que nos cuenta la película del proceso contra Osvaldo llama la atención en la persistencia de residuos del patriarcado en el PO. Costó tomar la decisión contra el varón, a pesar de que golpeó y a torturó a Flavia con una navaja. En el debate se argumentó que era un compañero valioso porque “militaba como una bestia”, argumento en el que reveladoramente convergen el machismo y el productivismo capitalista. El “interno” del título es revelador así también de una dimensión más que tiene la lucha de las que son feministas y socialistas.


La agresión de Osvaldo llevó a Flavia a romper con él y emprender la tarea de reconstruir su vida formando otro hogar. Hay una parte en la que la película recurre a la metáfora de un jarrón japonés con relación a este proceso, pero el lugar común se trasciende porque lo que ocurrió no la quebró como militante. Pero el hecho violento fue en torno a 1998, como se desprende de los fragmentos del Boletín Interno que la película reproduce, y volvemos a ver a Flavia luchando en las calles después, en el marco del “Argentinazo” de 2001, la insurrección popular cuya represión causó 39 muertes, y que llevó a la renuncia de Fernando de la Rúa y otros tres que lo sucedieron brevemente en la Presidencia sin poder estabilizar el gobierno. 

Para entender el proceso de la madre, por tanto, hay que considerar un aspecto psicológico que no está relacionado con la vivencia del abuso. Es la experiencia que refiere en la película de sentirse acompañada por los compañeros de luchas, integrada a algo superior a sus fuerzas individuales. Es a ese apoyo que regresa también cuando reemprende la vida de luchas. 

Yendo más allá de eso, otra clave podría ser la noción del tiempo que conlleva la militancia revolucionaria. En tanto se proyecta hacia un futuro en el que se cree que las cosas van a cambiar. Le da un sentido la vida con referencia a la historia, no al trabajo, los hijos o el matrimonio. 

Pueden ser igualmente reveladores la fuerza del colectivo y el tiempo con relación a la posición singular de la hija en el documental. Lo que ella hace no es ponerse del lado de una víctima, adoptando una postura moral frente al que se comportó como un monstruo. Pero tampoco lo que humanamente sería una monstruosidad análoga, entregarse a despreciar y odiar a su padre. 

Creo que es porque el castigo más terrible que pudo haber para Osvaldo en esta historia es su desvinculación del PO. Es una sentencia que puso fin a su vida militante y, por ende, lo expulsó del colectivo que le daba un lugar en el mundo. Lo despojó de la posibilidad de futuro, de ser parte de la historia de la clase trabajadora llamada a hacer la revolución. Es este el sentido profundo que el compromiso le da a la relación de la vida y la lucha para el militante y es así, por tanto, la desintegración que acarrea su traición. Hoy parece extraño que las personas organicen su vida en torno algo como eso, y creo que no verlo de ese modo es otro gran mérito del film. 

La mejor escena de Boletín Interno muestra a Osvaldo anciano, solitario, enfermo y melancólico. Llora al escuchar a Pablo Milanés mientras se prepara un porro de marihuana. Lo acompaña la hija en el llanto, conversando con él, filmándolo. Es una expresión de amor y de agridulce deslinde, de quien ha llegado a aceptar lo que ocurrió como una oscuridad del pasado porque tiene la convicción de que el futuro no volverá a ser así, no solo para los dos sino para el mundo, y se ha entregado a luchar por eso.

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