Cortos y videoclips de Daniela Cugliandolo
Por Pablo Gamba
La primera edición de Infinito Super 8 de Buenos Aires presentó un foco dedicado a Daniela Cugliandolo, una de las precursoras de la ola contemporánea de cine experimental en este formato que comenzó en Argentina hacia 1997, según Paulo Pécora, programador del festival y autor de un libro sobre la materia. Reunió siete cortometrajes y un videoclip realizados en el país entre 1999 y 2001, y cuatro cortos y otro video que hizo en España. La música en vivo estuvo a cargo de Matías Mielniczuk.
Cugliandolo es una actriz y música que en Argentina vivió mayormente en localidades del sur del Conurbano, el área metropolitana de Buenos Aires ‒Adrogué, Lomas de Zamora y Temperley‒ y no en la capital. Comenzó a filmar en Super 8 como autodidacta y ha hacer proyecciones en fiestas, galerías de arte y recitales de rock. Después emigró a España, donde se radicó primero en Barcelona y posteriormente en Ibiza, y siguió haciendo películas. Su producción comprende más de 20 cortos y varios videoclips.
El estilo inicial de Cugliandolo, como el de otros cineastas experimentales, comenzó a desarrollarse con la espontaneidad de la amateur, a partir de un gusto por personajes y situaciones genéricas, y la exploración creativa de las limitaciones del formato. Lo que la distinguía entonces es un humor que me lleva a asociarla con la “tradición irónica” del cine underground, como la llama P. Adams Sitney, la de Sidney Peterson y James Broughton, por ejemplo. También un imaginario que se remonta a los comienzos del cine de género y las primeras vanguardias, en particular al surrealismo y la deformación de la imagen característica del impresionismo francés.
Estas características la deslindan del lirismo, y la investigación formal y de la materialidad del formato de las figuras emblemáticas del cine experimental argentino del Grupo del Instituto Goethe en los años setenta, como Narcisa Hirsch y Claudio Caldini. Combinada con su procedencia periférica y que pronto se fue del país, puede ayudar a entender por qué su obra no es tan conocida. Sin embargo, su estilo se revela como influyente en particular en un cineasta que ha desarrollado una de las obras más importantes del Super 8 nacional contemporáneo, que es Pécora.
De los títulos de los primeros cortos de Cugliandolo se desprenden con claridad los personajes con los que trabaja: Las mucamas asesinas (1999-2000), Cocinero (1999), Ikebana (flor de vivero) (1999), Nosferatu (2000) y Alicia, Lewis Carrol y el tiempo (2001). El agua es un motivo que se reitera, y en relación con ella la distorsión impresionista de la imagen.
El programa identifica a Las mucamas asesinas como una trilogía, pero yo lo referenciaría con seriales de crimen y misterio como Fantômas (1913-1914) y Les vampires (1915-1916), de Louis Feuillade. Otra característica se vincula con el uso del montaje en cámara, la sucesión de planos de los personajes que actúan exagerando con gestos su caracterización. Hechos desde diversos ángulos, dan ritmo a las películas. Se conjugan, además, con un interés por el cuerpo que se expresa con mayor agudeza en los planos detalle de las succiones del vampiro de diverso gusto sexual de Nosferatu y en el personaje de la chica en la bañera de Pneurosis (en el baño) (2001). En la conversación con el público, Cugliandolo describió este corto como un intento de recrear la escena de Psicosis (Psycho, 1961), de Alfred Hitchcock, con una ducha que no funcionaba.
En los cortos españoles la cineasta comenzó a trabajar con la “hibridez entre lo fílmico y el video digital”, escribió Pécora en su libro. Esto expandió el alcance de sus recursos para incluir superposiciones hechas digitalmente, dijo la cineasta. De este modo logró, por ejemplo, la imagen surrealista de los peces en torno al hombre solitario que rema en un bote de Odisea (2015-2016). También es digital el color que en Flama (2016) rompe con el blanco y negro que Cugliandolo solo deja de usar en uno de los cortos del programa, también rodado en España, Cada uno (2012).
Esta última pieza es representativa de lo que me parece más resaltante de la segunda etapa de la obra de la cineasta argentina, que es su trabajo con actores, en particular el dúo de Belén Blanco y Andrea Gullace. La pareja es la protagonista de Cada uno y también de In Fellini (2012), que pudo filmar en decorados del célebre estudio Cinecittà, en Roma. En el videoclip del tema “100 hombres ni uno más”, Cugliandolo se apropió con el Super 8 de imágenes de calamares de Youtube, lo que tenía un antecedente en la refilmación de lo grabado en video que encontramos en los cortos argentinos y que le da a las imágenes una textura singular en ambos casos.
Además de las películas por sí mismas, lo sorprendente del foco de Daniela Cugliandolo en Infinito Super 8 es la posibilidad que aún existe de encontrar realizadores de obras significativas en el pasado reciente que se conocen poco. Llama la atención acerca de que la diversidad y riqueza del cine argentino desbordan la capacidad de investigadores, programadores y críticos para procesarla. Es mucho mayor también que la supuesta en el marco de la lucha de los gremios contra los intentos del gobierno de Javier Milei de destruirlo. Pero esto se debe a que el cine gremial, el oficializado en el campo cinematográfico, aún no reconoce como legítimo al experimental, lo que es actuar de modo análogo a lo que critica con razón del actual gobierno.
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