Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos
Por Pablo Gamba
En el programa 4 del festival de cine experimental estadounidense Light Matter, “When Was I” (Cuando era yo), figura el video Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos (Venezuela, 2024). Es una pieza de la artista venezolana María Bilbao Herrera, también directora de la plataforma nodoCCS de Caracas, de la que fue cofundadora en 2015.
Bilbao Herrera se describe como una nómada que en dos décadas ha residido en nueve ciudades, lo que es una condición común a muchos otros artistas contemporáneos. Pero también se define como caraqueña, y es en su ciudad natal que ha desarrollado el aspecto más trascendental de su trabajo, que es el festival que organiza nodoCCS.
Este evento ha dado continuidad a la destacada tradición nacional de experimentación audiovisual de las décadas de los setenta y los ochenta, cuando en el país se celebraba uno de los festivales de cine Super 8 más importantes del mundo, aunque no tiene ese alcance. También retoma el ascenso del videoarte en el marco de la llamada “década prodigiosa del arte venezolano”, la de los años ochenta. Ha logrado esto, además, en resistencia a un ambiente enrarecido, marcado por el oscurantismo de las instituciones oficiales de la cultura del régimen de Nicolás Maduro.
La aspiración a hacer un arte que conecte lo nacional, lo universal y la identidad de género, lo ancestral y lo moderno, se expresa en Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos. La pieza se apropia, por una parte, de un video de Clara Rockmore (1911-1998), destacada ejecutante del theremin, que interpreta una versión de “Le cygne” (El cisne), de El carnaval de los animales (1886), de Camille Saint Saens. El instrumento electrónico que “toca”, inventado en la Unión Soviética en los años veinte del siglo pasado, tiene la singularidad de que se hace sonar con las manos, pero sin contacto, en el aire, interactuando con dos antenas que le permiten al ejecutante controlar la frecuencia y el volumen del sonido.
La pista visual de la pieza es un plano medio que recorta la mano derecha del cuerpo de Rockmore. Se presenta, a su vez, como una ventana en la parte izquierda del limbo negro que es el fondo del plano, lo que representa una sinécdoque dentro de otra, de un cuerpo humano y fílmico. Es una imagen que, por tanto, lleva a imaginar más allá de lo que muestra.
También lo hace en conjunción con el sonido, que es la parte más destacada de Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos. El video no reproduce la pieza que Rockmore interpreta sino que cuenta con una banda sonora, creara por Bilbao Herrera, en la que se conjuga música electrónica de otra artista, la estadounidense Laurie Spiegel; registros de campo hechos por la realizadora en las costas venezolanas, y material afrovenezolano e indígena proveniente del archivo del Centro de la Diversidad Cultural del país.
Vistos los extraños gestos en tensión que hace Blackmore con la mano al interpretar el instrumento, la conjunción de la imagen y el sonido se presenta como una magia electrónica, pero que recorre también el tiempo. Va del pasado ancestral que la música popular evoca hacia el futuro, en dirección al cual apuntan el sonido del theremin y la música de Spiegel. Conecta espacios de Europa, Norteamérica, Venezuela y la extinta URSS con una disposición visual que, como dije, invita a ir más allá de lo visible, como cuando se ve “tocar” el theremin en el aire.
Son una magia y un poder, además, femeninos. Me hace recordar esta pieza el segundo largometraje de Lucrecia Martel, La niña santa (Argentina, 2004), en el que también hay una parte en la que interpretan un theremin y en el que todo gira en torno al misterioso poder sexual que ejerce una adolescente sobre un personaje masculino. También por la importancia que tiene el sonido en la obra de la cineasta argentina, como ocurre aquí.
La cuestión del género se destaca en Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos por cómo atraviesa otras cuestiones relacionadas con la identidad. La magia invoca un poder femenino que comunica lo universal con lo nacional y lo étnico, e incluso diversas épocas. Altera el orden del patriarcado y el de la cultura, pero también el geopolítico y el que se adjudica a la historia para silenciar o desvirtuar los llamados a la redención de los anhelos que no pudieron realizarse. El theremin suena a música de un mundo nuevo, y esta pieza nos deja con la expectativa de escuchar ese sonido futuro que viene del pasado.
Aunque el video de Bilbao Herrera es una obra pequeña, doblemente recortada inclusive, como dije, por obra del sonido se expande en todas direcciones, tanto en el espacio como en el tiempo. Lo inscribiría entre las piezas que intentan proveer al presente de imágenes utópicas con referencia al pensamiento académico en el que busca legitimidad el arte actual y que es aquí feminista, pero también la filosofía de la historia de Walter Benjamin. Se radicaliza y disiente así del enfoque en el individuo y su libertad por lo que respecta el debate sobre las identidades.
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