El escuerzo
Por Pablo Gamba
Se estrena en Buenos Aires El escuerzo (Argentina-España, 2023), en la programación de verano de películas de terror del prestigioso Cine Gaumont. Es la celebrada ópera prima en el largometraje del director y guionista Augusto Sinay, y una película del pujante cine de la provincia argentina de Córdoba, aunque también una coproducción europea y con la participación de Ibermedia.
El escuerzo fue galardonada como mejor película de la competencia internacional y recibió el premio al mejor guion en el Fantaspoa, festival de cine fantástico de Porto Alegre, Brasil. En Feratum, en México, la distinguieron como mejor película en la sección de terror latinoamericano.
Se trata de una película ambientada en el siglo XIX, en el marco de la Guerra de la Triple Alianza de Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay de Francisco Solano López. En ese contexto, sin embargo, El escuerzo se desarrolla de una manera que recuerda más los westerns, a distancia de los campos de batalla, en lugares donde el conflicto afecta al pueblo por el reclutamiento forzoso por falta de tropas que sirvan como carne de cañón.
Hay una fuente literaria, que es el cuento breve homónimo de Leopoldo Lugones. La historia no tiene allí nada que ver con la guerra, pero sí con el terror psicológico. En el texto del poeta argentino hay un relato dentro del relato, y un monstruo que implícitamente se infla y crece con el miedo que infunde la difusión de su leyenda. Esto, sin embargo, no permite situar El escuerzo en el terreno de las películas que se valen del terror para hacer comentarios sobre la sociedad explícitamente o por la vía de la alegoría.
La historia se desarrolla en 1866, con un personaje al que reclutan por la fuerza, apelando a leyes contra la “vagancia” que se aplican con discrecionalidad en el campo. Pero esta línea narrativa, que podría llevar a la guerra, se interrumpe para que pasemos a la historia del protagonista, hermano del involuntario soldado, a cuyo destino lo une el haber matado un escuerzo.
En el viaje que emprende este otro personaje se despliegan las virtudes que tiene la película. Cobran relieve los detalles con lo que pasamos sin solución de continuidad de lo natural a lo extraño, como los bandoleros que el protagonista se encuentra en su camino o el personaje de la chica, la inevitable enamorada del joven héroe desafortunado. Esta liminaridad entre lo que es real para el sentido común y lo que lo desafía es la definición de lo fantástico.
El escuerzo se desarrolla como una intensificación de estos enrarecimientos, y de esta manera se acerca a un terror que es también autoparódico y que tiene su mejor expresión en un plano que muestra el recorrido del protagonista, arrastrándose por un túnel en un corte transversal, como si la escena se desarrollara en un terrario. Se va inflando el film de manera análoga al sapo de la leyenda y el miedo que causa, y, deslizándose hacia lo grotesco, avanza la conjugación de lo cómico con lo truculento.
Volviendo a lo expresado al comienzo con respecto a la capacidad del cine de hacer comentarios sobre la sociedad por medio del terror, al alejarse de eso en esta otra dirección, El escuerzo pareciera ubicarse en otra vertiente del actual auge del género en América Latina, la que que explota el puro placer del género, como en Cuando acecha la maldad (Argentina, 2023), de Demián Rugna, por ejemplo. Pero creo que lo que mejor la define es la tensión no resuelta entre la cuestión de la sociedad argentina y su historia, que se esboza el comienzo, y la parte fantástica que viene después. Encuentro una referencia histórica remota de este giro en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), pero también un correlato abstracto en la forma, por lo que respecta a la linealidad que tiene la historia interrumpida al principio y la circularidad a la que se llega al final, en el que podría comenzar otra historia. Surge así también la expectativa de El escuerzo 2.
Otra tensión se vincula con la coproducción entre un pujante cine provincial de un país latinoamericano y la exmetrópoli. Regresan en El escuerzo los personajes que extrañamente hablan en español de España en Latinoamérica, y me hacen recordar tiempos infelices para los cines de este lado del Atlántico. Era frecuente en los filmes dependientes de fondos de ese país en los noventa, y puede volver a ser una opción por los recortes presupuestarios en Argentina.
Esta fricción entre maneras de hablar se extiende a la otra lengua en la película. Está dicha en una escena como si fuese lectura de la guía telefónica, divertida comparación que escuché alguna vez. Aquí la falta de oído no parece un problema de identidad cultural sino de impericia en la dirección de actores, a menos que lo que se haya querido hacer es parodia de las culturas originarias. El disfrute cinefilo que puede ser ver El escuerzo se interrumpe allí para mí.
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