Love Letter, What Are Roads For? y Desteñidos por el sol

 

Por Pablo Gamba En la versión online del festival de cine experimental Experiments in Cinema pueden verse Love Letter (Australia, 2024), de Gabi Rivero; What Are Roads For? (Argentina, 2024), de Mati Pirsztuk, y Desteñidos por el sol (Estados Unidos, 2024), de Cristóbal Bianchi. La primera es parte del programa o “Experimento 6”, como los llaman, dedicado a películas estudiantiles; la segunda del “Experimento 1”, y la tercera de una muestra del festival de videopoesía Cadence que fue programada como “Experimento 5”. 

Love Letter trabaja en su representación del espacio con la intensa fragmentación que caracteriza a una vertiente del cine contemporáneo, con la continuidad de un diálogo por escrito, de un chat, como dominante sobre los fragmentos. Otro dispositivo aglutinador es la atmósfera psicológica que construyen las imágenes y sonidos, en lo que hay una referencia a las películas de terror, así como al melodrama en la carta. Hallamos, además, una tenue línea narrativa en torno a un amor de niños y la imposibilidad de comunicarlo. 

Nunca vemos del todo a Red Crow y Blue Dot, los personajes que chatean. Los nombres remarcan, con la abstracción de los colores, el hiato que hay entre el diálogo en el espacio virtual, y el entorno de la casa y la ciudad, aunque escuchamos teclear en off a uno de ellos. Es lo que lo identifica como no virtual y lo perfila como protagonista real de una historia triste en torno a la carta del título. También el plano detalle en el que vemos la rosa que acompaña la carta en manos de quien va a entregarla y el papel en que está escrita, que hace de la melancolía algo material, patente, en el argumento. 

El texto escrito en la pantalla de los computadores tiene como correlato, en el paisaje urbano, la centralidad de otros signos, como los letreros de prohibido, los semáforos y los indicadores de exceso de velocidad. Es como si la materialidad de la ciudad se disolviera en este otro texto de avisos de peligro. El desencuadre y la distorsión, que hacen incomprensibles o disuelven otras imágenes, también son medulares para construir la sensación de miedo difuso en torno al espacio que rodea a los que chatean, y separa al remitente y destinatario de la carta. 

Es una tensión que se expande y cristaliza en los fragmentos que se reconocen como tópicos del terror por la violencia y la sangre, sin que haya nada en el argumento que los presente como hechos de la historia que podemos seguir. Esto los integra a la atmósfera psicológica. Tampoco tienen un claro anclaje en el relato los lindos planos de flores que siguen a la pregunta de Red Crow “Do you go outside?” (¿Sales?), ni el “Yeah” (Sí) que tarda en escribir Blue Dot a la respuesta de si sale con amigos, los cuales nunca aparecen tampoco en esta historia de soledad. 


Quizás la identificación del corto como documental sea una manera de hacer explícito su valor testimonial sobre una problemática actual, vinculada con el aislamiento real de los niños y jóvenes que se relacionan por internet, lo cual trasciende la historia de amor y miedo. Otras hipótesis podrían apuntar hacia las huellas de la pandemia del covid-19 o la autobiografía de la realizadora. Pero nada de esto se hace explícito, lo que agrega otra virtud a esta película: una indeterminación que da mucho espacio al espectador o espectadora para que complete el argumento con su realidad, con sus propias experiencias. 

Si consideramos la manera como Gabi Rivero se presenta en su página de Film Freeway, “nacida en Chile, estudiante en Australia”, la migración podría ser otro aspecto singular de lo hipotéticamente autobiográfico. Aunque tampoco hay bases en el argumento para concluir que la protagonista es migrante, quizás no sea irrelevante la referencia a cómo la experiencia de internet, que nos hace vivir como entre dos mundos, tiene una universalidad que se solapa a las circunstancias que hacen que muchos vivan entre países. 

En tanto ficción, Love Letter me refiere a otros intentos de darles cabida a tópicos de la modernidad, como son aquí la incomunicación y la soledad, y sobre todo el modo atmosférico en que se expresan, en una narrativa de personajes que son jóvenes de hoy. Pienso en las películas mexicanas de José Pablo Escamilla con el Colectivo Colmena, por ejemplo. El corto de Rivero se diferencia de estos filmes porque excluye la experiencia del trabajo. Pero en una dirección como la de Mostro (México, 2021) podría apuntar Love Letter, y llama así la atención sobre lo que haga en el futuro esta cineasta estudiante.


Del ruido que trabajó en Color Noises (Argentina, 2022), sobre la que Ofelia Ladrón de Guevara escribió en Los Experimentos, en What Are Roads For? Mati Pirsztuk pasa a hacer una singular sinfonía de sinécdoques urbanas que deriva hacia la abstracción, como las que se han visto en películas de otros realizadores argentinos como él, por ejemplo Benjamín Ellemberger e Ignacio Tamarit, también comentadas en el blog. Pirsztuk trabaja aquí en video, con registros de las señales de tránsito de la calzada, de la Avenida General Paz, autopista de la periferia de Buenos Aires, desde un vehículo que circula por ella. Es un dato que figura en el programa y que, junto con la pregunta del título, plantea que los caminos no son solo para llegar a un lugar sino también para extraviarse en el trayecto hacia el que creíamos que era nuestro destino. 

 Se juega en este corto con la tensión formal entre dos direcciones, horizontal y vertical, en las imágenes que se superponen. También con la aceleración y la alternación de positivo y negativo en las líneas, flechas y letras que orientan el tránsito en el pavimento. Partiendo del registro de lo real, va hacia otra imagen, un poco como Tamarit y Tomás Magione en Época es poca cosa (Argentina, 2021) con las barandas, rejas y otras piezas de metal del paisaje de la ciudad. El viaje de un lugar a otro que la señalización guía deviene así apertura al trance hipnótico, un modo de entender lo que puede ser “viajar” en el cine, aunque no logra consumarse por la brevedad. 

La sinécdoque tampoco permite que la experiencia se expanda aquí hacia una desestabilización del paisaje con la que trabajan otros cineastas latinoamericanos, por ejemplo Pablo Mazzolo o Malena Szlam. Todo se mantiene dentro de la exploración perceptiva, formal y de la materia de las imágenes que caracteriza la vertiente más representativa del cine experimental argentino. 

Hay también una tensión formal entre lo horizontal y lo vertical en Desteñidos por el sol, que tiene la singularidad de que está basada en un poema del mismo Bianchi. Tensa es la relación entre el paneo inicial en video del espacio ‒un paisaje desértico, presumiblemente en su Chile natal‒, y la disposición de otras imágenes como “fotogramas” de una película que corre de arriba hacia abajo en la pantalla, pero también a la inversa, y que es como una metáfora de la memoria que conecta el presente con el pasado de las que se identifican como películas familiares en soporte fílmico y desestabiliza el tiempo lineal. 

Desplegado en varias voces en over en español, que lo fragmentan en la banda sonora análogamente a las imágenes, y como texto en ese idioma y en inglés en la pantalla, el poema es dominante en Desteñidos por el sol. Pero lo es de un modo que parece estar más cerca del videoclip que del cine experimental, como pasa en muchos casos con la videopoesía, en particular por las imágenes que ilustran el poema como la letra de una canción. Su programación es una demostración del espíritu inclusivo que caracteriza al festival Experiments in Cinema.

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