Habitografía (tres) y El llamado de los pájaros, el agua y las sombras
Por Pablo Gamba
En la sección Cortometrajes Destacados de Colombia del Festival de Cine Experimental de Bogotá, también conocido como Cineautopsia, están disponibles online Habitografia (tres) (2024), de Miguel Bohórquez y Mónica Bravo, y El llamado de los pájaros, el agua y las sombras (2024), del Colectivo Ambulatorio. Las dos son singulares películas sobre el paisaje.
Hay un humor lúdico en Habitografía (tres) que comprende el título: en la sinopsis de Cineautopsia se la describe como “la segunda entrega de una serie de cuatro películas”. El chiste allí es con el tiempo, con la secuencia de producción de las piezas, pero el cortometraje de Bohórquez y Bravo, que fue antes parte de Bogoshorts, trabaja principalmente con el espacio.
Los juegos con la tridimensionalidad imposible de los grabados de M. C. Escher son una referencia que los realizadores del cortometraje citan y que describe el extraño “fondo” blanco en el que se despliegan los dibujos animados hechos con tinta negra, la mayoría, y algunos en color. Puse la palabra entre comillas porque no es plano sino que tiene una apariencia de solidez y de volumen cambiantes. Problematiza la función convencional del fondo en esta animación con una impresión desestabilizadora del espacio. Se conforma sobre esa base un paisaje urbano fragmentado, en el que una diversidad de escenas cotidianas se desarrollan en loop, de manera tal que la experiencia de ver la pieza es un recorrido de la mirada de unas a otras.
Otra referencia que Bohórquez y Bravo citan, en este sentido, es el “montaje espacial” que describe Lev Manovich en El lenguaje de los nuevos medios (2001). Hay en esto también una evocación de la tradición narrativa espacial de la pintura frente a la temporal que el cine toma de la literatura y el teatro. Igualmente ese autor destaca la importancia del loop en la creación de nuevos modos de narrar y, por tanto, de nuevas temporalidades, y las posibilidades, ya no cinematográficas en el sentido tradicional sino “cinegráficas”, que abren los medios digitales de construir mundos imposibles en el espacio-tiempo real.
Los loops de Habitografía (tres) producen asimismo una sensación de caos controlado porque no están sincronizados entre sí, por una parte. Por otra, seguidos atentamente, se descubre que hay loops dentro de loops, secuencias de repeticiones que se repiten como bloques. Siendo este su desarrollo formal, el cortometraje se presenta en conjunto como un loop, lo que me hace pensar que se trata más bien de una pieza de videoarte, cuyo lugar más apropiado podría estar en una galería, repitiéndose sin cesar.
Sea como una obra de ese tipo o como cine, su valor está en la experiencia perceptiva singular, una manera de representar la ciudad diferente de lo convencional en las historias de ficción de las que es ambiente, y que dialoga con la tradición cinematográfica de la sinfonía urbana, en la que el tiempo es dominante en el ritmo. Se conjuga, ademas, con el desarrollo de una difusa línea narrativa paralela doméstica que se despliega en la banda sonora.
En torno a lo sensorial está construida también El llamado de los pájaros, el agua y las sombras, que se rodó en la reserva de agua de San José del Playón, en María La Baja, en el norte de Colombia. Lo valioso de este pequeña y frágil pieza, grabada en video de baja resolución, es la disolución de la narrativa y la paisajística, por lo que tienen de representación de un sujeto que se abstrae del mundo y aspira a dominarlo, en la pura experiencia perceptiva.
El comienzo parece esbozar un relato en torno a campesinos o pescadores que inician su jornada, con los tópicos del amanecer, el canto de los gallos y planos panorámicos del paisaje y una canoa que parte, pero las figuras humanas dispuestas en lugares no centrales del encuadre y reducidas a meras siluetas. Después, estas personas desaparecen y el dispositivo del encuadre despliega una potencia desestabilizadora del registro habitual, borrando las referencias al desarrollo temporal y la orientación espacial en la imagen.
Lo que Stéphane Bouquet llamó “cine de flujo” cobra una expresión aquí que se refiere al puro fluir del movimiento del agua, abstraído de la función que le correspondería en la representación de un recorrido, y a un despliegue de las imágenes de la naturaleza que hace borrosa la distinción entre el arriba y el abajo, entre lo que es real y su reflejo. La poca nitidez del digital y la deformación de los reflejos por la superficie del agua agitada añaden a este flujo un ir y venir de lo fotográfico a la abstracción. Más que una experiencia de inmersión, es una disolución en un mundo que se presenta como líquido, pero con una dimensión en la que su materialidad se transforma en otra, aérea, sin solución de continuidad, en el off del canto de los pájaros.
No pude encontrar información sobre recorrido previo de este cortometraje, ni la que da el Festival de Cine Experimental de Bogotá aclara si es un estreno. Aunque hay experimentación en esta pieza, y en Habitografía (tres), eso no es por sí mismo definitorio de “cine experimental” y ni la programación ni las notas de la página web plantean debate al respecto, aunque surge lógicamente de la comparación entre los dos largometrajes seleccionados: ¡Aoquic iez in Mexico! (¡Ya México no existirá más!) (México, 2024), de Annalisa Quaglita, y Todo documento de civilización (Argentina, 2024), de Tatiana Mazú González.
Pareciera que estuviéramos de vuelta a los lejanos festivales “de cine documental y experimental” del SODRE, en los que se acuñó una definición latinoamericana de “experimental” como “...y todo lo demás”, incluyendo la animación. Los dos cortos pueden ubicarse en el cine del paisaje, pero no es con respecto a temáticas como se aclara lo que es experimental, sino por referencia a una tradición fílmica y crítica con la que hay que dialogar. Es lo que ocurre en El llamado de los pájaros, el agua y las sombras con las películas de las primeras vanguardias del siglo XX, que también trabajaron con la confrontación de la abstracción y la imagen fotográfica realista, y en Habitografía (tres) con las sinfonías urbanas de la misma época, como dije. Si no hacemos esto, estamos consumiendo y no verdaderamente apreciando el cine experimental.
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