Autorretrato a los 13 y Museo de la noche
Por Eduardo Tapia
Autorretrato a los 13 (2025), del ecuatoriano Oscar X. Illingworth, y Museo de la noche (2025), del argentino Fermín Eloy Acosta, un cortometraje y un largometraje, respectivamente, formaron parte de la 18ª edición de Archivio Aperto, un festival anual que desde el 2008 se celebra en Bolonia, Italia, el cual reúne obras que surgen a partir de archivos familiares y privados.
Autorretrato a los 13 se inserta en la tendencia de cines de archivo realizados a partir de registros familiares, recuperando también un motivo recurrente dentro del movimiento, la memoria histórica y la personal puestas en diálogo con el presente. Mariana Martinez Bonilla tiene textos en Los Experimentos donde reflexiona en torno a estos cines y películas que lo trabajan, como La memoria de las mariposas (2025), de la peruana Tatiana Fuentes Sadowski, o Retratos fantasmas (2023), del brasileño Kleber Mendonça Filho, por mencionar un par.
El archivo que da cuerpo a Autorretrato a los 13 proviene de cintas magnéticas donde la madre del realizador, entonces presentadora en un telenoticiero, captura fragmentos de la televisión ecuatoriana en los noventa. Más adelante, durante su infancia en los dos mil, el cineasta realiza la primera intervención del material, al grabar en las mismas cintas fragmentos de su cotidianidad. El diálogo entre ambos registros se establece en torno a lo que declara observar en las imágenes: un mundo con problemáticas que 30 años después siguen vigentes.
La invasión y colonización en Palestina, las disputas de Ecuador y Perú o la tensión entre las élites ecuatorianas de Quito y Guayaquil son algunos de los conflictos que pueden advertirse en el noticiero. A estos se les suma una larga lista de reportajes, comerciales y demás programas de entretenimiento que sugieren aspectos del imaginario instituido por la TV en el país del cineasta durante el último cambio de siglo.
Con relación a esto sobresalen las imágenes grabadas por el niño. En su dimensión infantil, la cotidianidad de Oscar se presenta entre juegos, reuniones familiares, rituales religiosos y registros de su hogar, entorno u objetos. Los autorregistros conforman una especie de diario en el que, además de narrar sus días, juega con cierta teatralidad frente a la cámara y sus posibilidades. Este conjunto de materiales recuerdan una cualidad inigualable, lúdica, de la infancia: la fantasía que permite una especie de desconexión intensa y momentánea de la realidad.
Quizá por ello Illingworth asocia a estas imágenes la noción de esquizofrenia, un trastorno mental caracterizado por la pérdida involuntaria del contacto con la realidad. Por este motivo retoma un fragmento del ensayo Ecuador: identidad o esquizofrenia, escrito a finales del siglo XX por Miguel Donoso Pareja. El fragmento en cuestión plantea a Ecuador como un país con esa condición psicológica, cuya división mental y emocional sería oportuno enfrentar puesto que el no hacerlo constituiría una especie de suicidio.
Museo de la noche es un documental en torno a Leandro Katz, un artista argentino que durante los sesenta migró a lo largo de América. A su paso fue construyendo una obra diversa y, después de cuatro años de viaje, se estableció en Nueva York, donde permaneció entre 1965 y los primeros años de los 2000. El archivo y la obra que produjo en aquel entonces constituye el núcleo de la película.
La narración se centra en la participación de Katz en Teatro del Ridículo, una compañía de la escena underground queer en el Brooklyn de los sesenta y los setenta. La construcción espaciotemporal que acompaña a los relatos de la época se apoya en otras obras de Katz, como sus filmes dedicados al estudio de la velocidad y el tiempo en la ciudad de Nueva York. Se entrelaza también con la irrupción eventual de conversaciones breves, pero íntimas, entre Katz y Fermín, que sugieren amistad y complicidad.
En primer plano se presenta la fascinación de Leandro Katz por la compañía y su gradual incorporación a ella, principalmente como fotógrafo, iluminador y escenografísta, pero finalmente como amigo. Esto le da sentido a su visible cariño y admiración por el grupo y sus integrantes, lo que se materializa en su vasto archivo personal sobre Teatro del Ridículo. Recopila una amplia colección de fotografías, filmaciones, gráfica impresa, audios y registros en video digital que incluyen tanto materiales de los sesenta, como entrevistas realizadas entre los noventa y los dos mil.
A partir de estos materiales se construye un relato que va dando cuenta de la complejidad al interior de la compañía teatral y su historia, de su quehacer artístico y su manifiesto, así como de sus integrantes y sus interacciones. La memoria y sus soportes, la melancolía por el recuerdo o la incertidumbre por la permanencia de su obra, son algunos motivos que se en trelazan con reflexiones diversas en torno al quehacer archivístico.
En tal sentido, vale notar cuando la conversación se desborda hacía otros aspectos, algunos tan cotidianos como delicados, como la irrupción de unas palomas en el balcón, o en reflexiones breves pero profundas, como las que giran en torno a la vida y la muerte. Finalmente, el largometraje, si bien se narra a partir del archivo de Katz, se configura también desde la investigación en otros archivos, como el de Charles Ludlman, miembro notable de la compañía, o el de la biblioteca de la Universidad de Nueva York, entre otros.
Leandro Katz dice en su primer diálogo:
“Tenemos que hacer un diálogo menos dictatorial, como más íntimo,
como si nos estuviéramos contando un secreto íntimo”
William Wees dice en Recycled Images (1993) que, en términos prácticos, un archivo es siempre susceptible de ser reciclado: reorganizado o reinterpretado, intervenido material o simbólicamente. Desde esa perspectiva, en Museo de la noche se destaca el complejo cuidado en la investigación y reorganización de diversos archivos para la construcción de una narración documental, mientras que en Autorretrato a los 13 es la reinterpretación simbólica de un único archivo que, con una lógica asociativa y vertiginosa, constituye un cortometraje experimental.
Ariella Azoulay dice también, en Historia potencial y otros ensayos (2014), que entre las características de todo archivo está que su sentido y contenido nunca se encuentran del todo cerrados. Más que preservar el pasado y sus sucesos, los mantienen incompletos, posibilitan su discusión. Tanto Museo de la noche como Autorretrato a los 13 constituyen películas de archivo que permiten eso, cada una desde luego bajo su propia lógica, desde el retrato de un migrante por América o el cuestionamiento de los conflictos históricamente vigentes en la modernidad.
No es decir poco frente a tiempos en donde, entre las luchas por las liberaciones, se incluyen también las de visiones nazi-fascistas e imperialistas, las de regímenes autoritarios, patriarcales y coloniales, y las de las injusticias económicas y sociales, tal como expresa Archivio Aperto en la principal declaración de su más reciente edición.



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