A menina e o pote y Mátalos a todos

 

Por Pablo Gamba 

En la Semana de la Crítica del Festival de Cannes se estrenó A menina e o pote (Brasil, 2024), que después compitió en el Festival de Animación de Annecy, en Francia. La realizadora, Valentina Homen, que aquí comparte la dirección con la directora de arte y animadora Tatiana Bond, estrenó también este año que termina, en el Festival Olhar de Cinema, en Curitiba, el largometraje Um dia antes de todos os outros (Brasil, 2024), que codirigió con Fernanda Bond. No ha tenido, sin embargo, la trascendencia del corto. En 2016 presentó en la Quincena de los Realizadores de Cannes Abigail (Brasil, 2016). Homem también realizó este otro corto en dupla, con Isabel Penoni. 

La cineasta ha dicho que A menina e o pote se basa en experiencias personales y en un relato que escribió cuando tenía doce años de edad, pero también en la cosmología de los pueblos originarios Baniwa y Yanonami. Contó para ello con la participación de la antropóloga indígena Francy Baniwa, que narra la película en lengua ñe’engatú. La historia es una fábula que comienza en un mundo postapocalíptico y dividido, y se desarrolla como un ritual de transformaciones que restablecen el vínculo de la protagonista con su cuerpo y con la madre naturaleza, y abren, además, la posibilidad de futuro. 

El valor de A menina e o pote está, por una parte, en cómo logra crear una narración de misteriosa poesía en tensión con los sentidos que son reconocibles en sus símbolos. Para ello trabaja con el cuerpo de la niña y su interacción con un entorno cambiante, y la que vendría a ser como una madre naturaleza hermafrodita. El diseño surrealista de este otro personaje vincula el ritual con el mundo de los sueños, además. También recurre a la abstracción como manera posible de construir metáforas del universo en relación con la protagonista. Todo esto le permite trascender la didáctica acerca de la destrucción de la naturaleza, el patriarcado, la heteronormatividad y las culturas de los pueblos originarios, que hoy son lugares comunes. 

Entre las imágenes se destaca el “pote” del título. Juan Eduardo Cirlot escribió en su Diccionario de símbolos: ...“expresa inmediatamente el ámbito en el que se produce la mezcla de las fuerzas que dan lugar al mundo material y también, por consiguiente, la matriz de la hembra”. Creo que esto puede ser más iluminador respecto a la historia que otros lugares comunes, freudianos.


La otra razón por la que A menina e o pote es una película notable es la continuidad que percibo en ella de la tradición del modernismo brasileño por lo que respecta a la integración de la modernidad y la ancestralidad. Quizás la pintora Tarsilia Amaral podría ser una referencia del personaje de la niña y el arte moderno en general por lo que respecta a la que llamé “madre naturaleza”, o el polaco Witold Giersz en lo tocante al estilo de la animación. En la narración, a su vez, percibo un eco lejano del cine ritual de Maya Deren. 

Otro aspecto destacado es la técnica, cómo Tatiana Bond trabaja la animación con pintura sobre vidrio, que tan bien se presta para las metamorfosis que tienen lugar aquí. Descarta la búsqueda de los lugares comunes de la belleza que se pueden lograr así para dar lugar en esta obra acerca del cambio al azar, en particular por lo que respecta al derramarse de la pintura sobre el vidrio. 

Verdad y punk 

Por coincidencia con A menina e o pote en los personajes, que son chicas adolescentes, y el cambio que atraviesa una de ellas, me parece pertinente completar esta nota con un comentario sobre Mátalos a todos (México, 2023), corto que estuvo en competencia en el Festival de Locarno. El realizador, Sebastián Molina Ruiz, tiene una película posterior, A rosa nasce das pedras (Portugal-México, 2024), que se estrenó en Guadalajara y ganó allí la competencia iberoamericana de cortos, pero no ha tenido igual trascendencia. 

Molina Ruiz trabaja al comienzo del corto con el autorregistro y el intercambio de videos de los personajes principales, que se conocieron quizás por las redes sociales, pero aún no en persona. Han comenzado a establecer la que parece que podría ser una relación de amistad y están en proceso de acordar para verse en persona por primera vez. Las dos se alternan también como narradoras en voice over en la primera parte del cortometraje.


Una de ellas es María Villanueva, bajista de Las Decapitadas, una banda punk de chicas que puede escucharse en Spotify. Esto da licencia para introducir algunos tópicos visuales del mismo estilo al comienzo. Hay, sin embargo, un giro significativo cuando pasamos a Mila, el otro personaje que, con referencia a los lugares comunes acerca de las subculturas juveniles, podría ser descrita como una skater. Pero es también una joven trabajadora que se queja del cansancio, y de los largos viajes de ida y vuelta que son parte de su rutina. 

El estilo de Mátalos a todos se va desplazando a partir de allí de los tópicos de la representación de la juventud en las redes sociales, el cine y la televisión, hacia un registro más profundamente autobiográfico, aunque no vemos nunca a esta otra chica en el trabajo. Mila se convierte en la verdadera protagonista de la película y su “amistad” con María hay que irla poniendo entre comillas, en tanto se revela como vínculo de una fan con la que para ella es una estrella. 

Cuando Mila comienza a hablar en profundidad de su relación conflictiva y distante con su madre, de su aspiración a mudarse a un cuarto propio y de la desabrida relación que no termina de cortar con un chico, sabemos que sus palabras no se dirigen a María sino a sí misma. La carta se convierte en diario. Se añaden a este giro planos no registrados por el personaje, que en particular muestran una relación con el espacio que subraya su soledad y leve angustia. 

De la impresión los lugares comunes del videoclip del comienzo, llegamos así también a un realismo psicológico y social que inscribe a Mátalos a todos en una vertiente disidente del cine sobre la juventud. Es la que ha venido desarrollando en México el Colectivo Colmena, por ejemplo, en películas como Lumbrensueño (México, 2024), de José Pablo Escamilla, que hemos comentado en Los Experimentos. Diandra Arriaga, productora de ese largometraje y el anterior del mismo director, Mostro (México, 2021), participó también en la producción del cortometraje de Molina Ruiz. 


La manera como percibe el abatimiento y la tristeza en los trabajadores y trabajadoras jóvenes es la característica más importante de este cine, así como su interés en la relación de los personajes con el espacio urbano. Por ambos flancos hay un regreso, en películas como Mátalos a todos, a una temática característica de la modernidad fílmica que parece haber sido olvidada en la contemporaneidad. Es la alienación, y la consecuente sensación de vacío y angustia existenciales, pero de la manera como podrían experimentarlas los jóvenes en la actualidad, en un mundo que ya no es el de los años sesenta. 

 Es el mayor mérito que encuentro en esta película, como en las otras que he mencionado. Si bien los relatos de las chicas carecen de la agresividad del título, está implícita en su confrontación con el audiovisual que no solo falsifica la realidad de la vida de los jóvenes sino que los “inspira” a hacer representaciones falsas de sí mismos. Aquí la verdad al menos se impone con su poder de infiltrarlas y desestabilizarlas, aunque sin perspectivas de cambio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mitopoiesis de Tenochtitlán: ¡Aoquic iez in Mexico! / ¡Ya México no existirá más!

Pepe y El auge del humano 3

El auge del humano 3 y Solo la Luna comprenderá