Texas, Turkey
Por Pablo Gamba
Texas, Turkey (Estados Unidos-Turquía, 2024) se estrena en la sección oficial de cortometrajes del Festival de Málaga. Es la segunda película de la serie “The Thing about AI is…” (El tema con la IA es…) de Tin Dirdamal, que por la primera, Saigon, Kosovo (Estados Unidos-Vietnam-Kosovo, 2024), fue premiado en la sección de cortos experimentales del Festival de Ji.hlava. Ambas son parte del programa Open Docs de Artefacto, de España, y Runway Studios, que convoca a cineastas de diversas partes del mundo para que hagan documentales con la herramienta de inteligencia artificial generativa Runway AI. Escribimos también sobre el otro corto en una nota de Los Experimentos.
Esta película de Dirdamal sigue la línea de Saigon, Kosovo en la confrontación de lugares distantes geográficamente y sin otra conexión que la que se establece en la vida del realizador y su familia. Hay que aclarar, por tanto que, si bien hay un pequeño pueblo que se llama Turkey en Texas, como los cinéfilos sabemos que también existe la Paris, Texas del film homónimo de Wim Wenders (1984), el título se refiere a Turquía y esa región de Estados Unidos. En este sentido es significativa la inversión del orden de los toponimios.
Se mantiene también la confrontación constante de Saigon, Kosovo de dos imágenes en la pantalla, en las mitades superior e inferior, y el juego con la actividad del espectador que es llamado así a establecer comparaciones entre ambas. La falta de diferencias significativas lleva a concluir, al comienzo, que se trata del mismo lugar, que el narrador en voice over identifica como una granja en Turquía.
Esto podría llevar a otra hipótesis, siguiendo el hilo de las comparaciones: que una de las dos imágenes sea documental y la otra una recreación mediante IA. Pero tampoco se perciben indicios claros en el trigal que vemos allí, ni en las mujeres que cosechan, primero, ni en los niños que juegan en una montaña, después, así que habría que descartar esto también.
La voz desestabiliza el espacio allí de una manera que evoca una experiencia de falta de solución de continuidad entre el lugar donde se vive y el país de origen lejano sobre la que hemos escrito en este blog con referencia a películas de otros cineastas migrantes. Dice el narrador que la niña que vemos en Turquía, la menor de sus hijas, respondía “Texas” a la pregunta sobre dónde vivían. Al nombrar a ese lugar, además, se desestabiliza la composición y las imágenes de abajo pasan a ser de la frontera México-Estados Unidos.
Esto me lleva a preguntarme por qué la confrontación de dos imágenes opera desde el comienzo del cortometraje y no a partir de allí, cuando se hace relevante con relación al espacio. Recuerdo, entonces, que los que se presentaban como planos del mismo lugar, desde el comienzo, difieren en el tiempo. En la pantalla dividida vemos momentos distintos, aunque próximos, de las mismas acciones. Es lo que indica que el tiempo es lo más importante acá y de alguna manera tenemos una percepción ligeramente desestabilizada de él.
Hay un pasado, mítico por lo remoto, que se añade al tiempo de esas acciones. Es el de los ejemplares de las primeras semillas de trigo sembradas por la humanidad que dice que posee el dueño de la granja en la que se alojan el narrador y su familia en Turquía. Las historias que relata después, de personajes de la frontera de Norteamérica, son parte de otro mito, de una tierra ajena, inhóspita y violenta, en la que persiguen a los habitantes originarios. Irónicamente, se articulan en torno al fresno texano, llamado “fronterizo” en México. Un árbol, como las semillas, simboliza un arraigo que tampoco parece tener el narrador en Turquía, el país que su hija confunde con Texas.
Pero Texas, Turkey es más que el corto melancólico que esto puede sugerir por referencia a la experiencia de la diáspora con los territorios. También hay una vivencia del desarraigo en el tiempo de la que se hace parte el futuro que en esta pieza se crea con la IA. Algunas son imágenes apocalípticas, pero por la destrucción del muro construido por Estados Unidos para impedir la entrada de inmigrantes, traen a colación a los cineastas contemporáneos de lo real que recurren a la ciencia ficción para abrir esperanzas de cambio, como el brasileño Adirley Queiroz o la argentina Tatiana Mazú en Latioamérica.
Lo más importante aquí, sin embargo, es que la inteligencia artificial también plantea preguntas por la imaginación que crea y manipula visualmente los espacios del futuro. Su mutación pone en duda la impresión de realidad que transmite el aspecto fotográfico y desestabiliza la fijeza característica del paisaje. Hay una imaginación que pone el paisaje en movimiento y se hace parte así de un cambio representado como posible en el tiempo y el espacio.
Esa sería la parte que más se identifica con el progresismo de cineastas como los citados. Pero habría que preguntarse, entonces, si lo que hay aquí es la celebración de un poder emancipador que se atribuye a la IA. Creo que la respuesta es no, porque lo artificial de la máquina se hace reconocible en las características visuales de lo que “imagina”. Junto con los lugares comunes evidentes de la ciencia ficción, nos confronta, en consecuencia, con una frontera para la imaginación del futuro que puede ser análoga al muro en el espacio. Es un aspecto destacable de la lucidez que hace de Texas, Turkey una película singular, tanto por el uso experimental que hace de la inteligencia artificial como por el modo de apropiarse de la narrativa genérica en el ensayo.
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