Enxofre
Por Pablo Gamba
En la competencia internacional del festival Videoex de Zurich figura Enxofre (Portugal, 2024). Se estrenó en DocLisboa y estuvo en Curtacinema, en Brasil. Es la más reciente película de Karen Akerman y Miguel Seabra Lopes, realizadores también de Guarda Vieja 3458 timbre 3/6 (Argentina-Brasil-Portugal, 2023), que comentamos en Los Experimentos. Akerman tiene además una carrera como montajista de películas como Los delincuentes (Argentina, 2023), de Rodrigo Moreno, mientras que Seabra Lopes ha sido guionista de A febre (Brasil, 2019), de Maya Da-Rin, entre otros filmes.
Lo más llamativo de Enxofre es la manera como trata el tema de la muerte de la mejor amiga con dos niñas como protagonistas. El duelo está acompañado de una ruptura con lo sentimental del modo como el vínculo y la pérdida se expresan mediante el juego y el ritual. Es algo visto también en otra película latinoamericana reciente, Una sombra oscilante (Chile-Argentina, 2024), de Celeste Rojas Mugica, en los juegos de la hija y el padre. Lo acompaña aquí un contraste de las lenguas diferentes que hablan las niñas, que destaca el sonido de las palabras sobre el sentido.
Podemos encontrar, sin embargo, un reflejo sutil de los sentimientos en el paisaje, lo que refiere al romanticismo. La narración débil, que se desarrolla como una versión mágica y lúdica del mito de Orfeo y Eurídice, y trata de los intentos de la amiga de rescatar a la otra de la muerte, está ambientada en exteriores que tienen algo de infernal en su aspecto. Se destaca, además, un largo plano del sol en movimiento, de cámara temblorosa que transmite una fuerte impresión de desestabilización del mundo por el sentimiento de pérdida.
Esto me lleva a ubicar el corto en las vertientes del cine paisajismo y también de la ecología del cine experimental contemporáneo. Aunque no hay nada de información al respecto en el film ni en los materiales que lo acompañan, por el título, que en español sería “Azufre”, y una referencia al final a una de las instituciones que lo apoyaron, identifico el lugar de rodaje como el entorno de la Mina de São Domingos, en la localidad de Mértola, en Portugal, de la que se extraía el mineral del título y otros, causando un daño considerable al entorno natural.
La pérdida se asocia también así, por tanto, a la muerte de la naturaleza. El paisaje infernal ha sido conformado allí por la actividad minera contaminante, así como los colores del agua de la laguna se vinculan con la magia, pero también con el azufre y el hierro que se extraían de la mina. Trasciende inclusive este sentido referencial, así como el metafórico de infierno, por el complejo simbolismo del azufre, que lo vincula a la unión y a la transformación, según el diccionario sobre la materia de Eduardo Cirlot.
Formalmente, Enxofre se apoya en las repeticiones, contrastes y tensión de opuestos. El juego de las niñas, por ejemplo, se basa al comienzo en repetir palabras y frases en torno a muerte y vida, y los gestos correlativos de cerrar y abrir los ojos para representar una cosa y la otra. La sucesión allí de primeros planos también confronta plásticamente la fisonomía de los personajes: una niña es blanca y rubia, de cabello suelto, mientras que la otra es negra y lleva el pelo trenzado. Un recurso análogo de montaje de primeros planos se empleará después para confrontar a la niña negra, en un estado de zozobra que percibimos por las direcciones opuestas en las que camina, con la rubia que mira en una y otra dirección, como buscándola en la inmovilidad de la muerte.
Los contrastes de la forma se hacen extensivos a la escala y angulación de los planos. Por ejemplo, entre los detalles de los suelos, que transmiten también las sensaciones táctiles, y los planos generales que vinculan a los personajes con el paisaje. Es significativa también la relación entre los primeros planos mencionados de las niñas y el plano detalle de sus manos estrechadas en disposición diagonal, como sujetando la de arriba a la de abajo, que cae.
Es con estos recursos que en Enxofre se desfamiliariza el sentimentalismo que caracteriza las historias de niños y niñas que más se ven en el cine. Pero nos lleva también hacia le ecología por un camino de experimentación inesperado. Es un estímulo a sentir y a pensar que confrontaría con las películas en las que hoy encontramos, en citas explícitas, lo pensado por otros.
La historia y el ritmo audiovisual de este cortometraje conforman un conjuro de amor para que la vida venza a la muerte. Así también se dirige contra la ciencia aplicada al extractivismo que creó el paisaje infernal de la película, apoyándose en referencias culturales, la imaginación, sensaciones y los poderes del cine, que es tecnología científica, pero también arte de magia.
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