Sunspots y Eyes Break into a Thousand Lights

 

Por Pablo Gamba 

Sunspots (2025) y Eyes Break into a Thousand Lights (2024) son dos películas de cine sin cámara de la serie que viene realizando el cineasta estadounidense-mexicano Abinadi Meza, que incluye Tlaloc (2023), Parangolé (2023) y Aka (2024), sobre las que hemos escrito en Los Experimentos. Sunspots se estrena en el festival Adriatikino de Fermo, Italia, mientras que Eyes Break into a Thousand Lights se presentó por primera vez en Proyector, en Madrid, y estuvo en Sound by Frame, en Ribalta Animata. 

Las dos son películas que se inscriben en la corriente contemporánea de resistencia analógica del cine experimental. Afrontan, por tanto, el reto de volver a las experimentaciones del pasado, de transfigurar esa modernidad para tratar de mantener lo que fue novedoso sin nostalgia, como escribí sobre Aka. En ambos casos tiene una función destacada en esto la banda sonora. Lo que distingue a Eyes Break into a Thousand Lights en la serie es que Meza prescinde del color. 

Esto le da un nuevo protagonismo a la luz, mientras que percibo en el título una referencia a Stan Brakhage y su mitología ocular, que esta pieza se propone romper o, diría mejor, hacer estallar y, por ende, dispersar el ojo que percibe en la percepción, en sus mil luces. También en la experiencia del oído que acompaña aquí a la visión en la música, contrario a la abstracción de la vista del conjunto de los sentidos que predomina en los filmes de Brakhage, como consecuencia de su opción por el silencio. En el “mil luces” del título de esta película hallo, finalmente, una sutil referencia posible a las Mil mesetas (1980) de Gilles Deleuze y Félix Guattari.

Escribió Brakhage en Metáforas sobre la visión sobre su lejano presente (1963): “Es una era que artificialmente se proyecta materialmente en el espacio abstracto y se realiza mecánicamente porque se ha cegado a casi toda la realidad externa dentro de la vista y al conocimiento orgánico, incluso de las propiedades del movimiento físico de su propia perceptibilidad”. Aquí se trata de restituir lo real en las sensaciones, la materialidad que adquiere la luz en sus transformaciones, en el fluido que conforma la constante metamorfosis de la animación abstracta, en el hacerse material incluso para otro de los sentidos, en la solidez cuasitáctil que también se produce aquí. La música es otra clave en esto, por la densidad de sus frecuencias polifónicas, por una parte. Por otra, porque la materia sonora presenta texturas, como la visual. 

El diálogo con Brakhage se hace más evidente en Sunspots por el uso del color en esta pieza. También ocurre en Tlaloc, Parangolé y Aka, pero aquí lo remarcan los extremos del flujo orgánico visual, como de la sangre, y la referencia cósmica del sonido. La banda sonora se basa en grabaciones de la ionósfera, indica Meza en el texto de presentación de la pieza en su página web. Las partículas de la atmósfera se electrifican allí por acción de la luz solar, lo que conforma una materia sonora de vibración cristalina en el corto. Es otra manera de hacer sentir del sol y la actividad que se expresa en el título, Sunspots (Manchas solares), con referencia, por ejemplo, a la fotografía científica usado por Brakhage en Dog Star Man (1964) sin sonido, en lo que encontramos de nuevo el problema de la abstracción del ojo del cuerpo, aunque lo filma. 

Todo esto me lleva a ubicar estas piezas también en la vertiente ecológica del cine experimental contemporáneo. La razón es el interés por la continuidad entre la materialidad de lo real en la percepción, lo que haría extensivo a la superación de la escisión entre el ser humano y los demás seres del universo. Me conduce de nuevo, entonces, a la cuestión de la resistencia que señalé al comienzo, por lo que plantea el hecho de que siempre ha existido y existe una diversidad de construcciones culturales de lo real. Si lo que hay y puede haber es, por tanto, una diversidad de mundos humanos, cada uno de los cuales conforma su realidad, integrada o separada del resto de los seres, en equilibrio o no con ellos, la transfiguración de la modernidad que se proponen estas películas de Meza hace que también su cine sea parte de una diversidad cultural en la que ocupa el lugar que corresponde a una colectividad más en resistencia, la del cine experimental.