Apiyemiyekî?
Por Eduardo Tapia
Apiyemiyekî? (2020) es un filme que toma su nombre de la lengua kiña, traducido como “¿por qué?” Supone la principal interrogante de una población del territorio Waimiri Atroari frente a la violencia ejercida contra la vida de su comunidad durante la construcción de la carretera brasileña BR 174. En esta película de archivo Ana Vaz revisita un motivo constante en su obra, la violencia moderna-colonial, y lo entrelaza a un conjunto de testimonios en torno a dicha disputa. Para ello recurre a un archivo resguardado por Egydio Schwade, conformado diez años después del “final” del conflicto, y constituido por textos y dibujos realizados por la propia población kiña, nombre con el cual se autodenominan.
En paralelo a una secuencia sonora en bucle, parecida al ruido blanco de máquinas de vapor, emergen las primeras imágenes: piso de concreto y unas cuantas sombras proyectadas en él, entre ellas la del cuerpo-cámara registrante, acaso la propia Vaz. Después, detalles de Los Candongos, icónica escultura de Brasil, junto con el grave y espectral sonido de lo que pareciera ser una alarma naval de niebla, similar, por cierto, a la de Sacris pulso (2008) ‒primer corto de Vaz‒, nos sitúan en Brasilia, capital moderna del país. A los detalles de La Justicia, sentada, de ojos vendados, espada en manos y sin rastro alguno de balanza, se sobreponen con cierta opacidad a las primeras imágenes del archivo Kiña, dibujos del bosque y de sus habitantes, hogares e instrumentos irrumpidos por automóviles y helicópteros.
Es entonces que aparecen las tomas de la carretera ‒“avenidas infinitas sem fim ou começo” (Sacris pulso, 2008)‒, aquella testigo y motivo de la violencia ejercida contra la comunidad y, sin embargo, tal vez también aquella que posibilita el encuentro entre Ana y Egydio. En voz de él conocemos los detalles de la conformación del archivo, guiado bajo su papel como educador jesuita comisionado para la realización de talleres de alfabetización y literacidades en la comunidad Kiña. Este, y la serie de interacciones que provoca, son la base del filme, archivo audiovisual de archivos donde la yuxtaposición visual y sonora de cada registro, dibujo, palabra y testimonio, dan sentido a una problematización cada vez más profunda de la interrogante, ¿por qué?Este cuestionamiento irresoluble, mas no por ello irrelevante, deviene en unas cuantas certezas a la deriva de más dudas. En términos del motivo que convoca a Vaz, tal vez es pertinente atribuir a los giros continuos y vertiginosos de su cuerpo-cámara en Brasilia un paralelismo con la ciclicidad de la destrucción moderna y sus paliativos. En consecuencia, invita a repensar la agencia del cine frente a esa realidad violenta. Es así que la cineasta explora una posible réplica: multiplicar la memoria y los medios de su subsistencia, entrecruzando la narrativa propia a las terceras.
En una continua apropiación y reapropiación de imágenes, en Apiyemiyeki? Ana Vaz despliega en profundidad la posibilidad translúcida del montaje, superponiendo en capas los distintos hogares del archivo. Esto es a partir de constantes yuxtaposiciones de algunos de los medios en los que habita la memoria: registros fílmicos y digitales; fotografías antiguas; libretas y papeles con dibujos, frases y palabras; computadores; relatos orales de recuerdos y testimonios; registros sonoros. Es por ello que conviene prestar atención a lo quizá no tan fortuito de los encuentros, como el sonido de la carretera sobre el dibujo de la escopeta “civilizada” o el relato de una bomba de napalm sobre el registro visual de un río superpuesto a un dibujo con manos entrelazadas.
La estética de Apiyemiyeki? me recuerda a aquello que experimenté con la presentación de cine expandido de Pulsos subterráneos (2021), de Elena Pardo, por sus constantes yuxtaposiciones en torno a dos comunidades, en Zacatecas y Oaxaca, y sus resistencias contra la minería industrial ‒actividad que, por cierto, motivó la construcción de la mencionada carretera‒. Es así que ambas películas convergen no únicamente en el uso del montaje translúcido, como aquí lo llamo ‒o estratigráfico, como lo llama Vaz‒ sino también en un posicionamiento político que señala las heridas territoriales, sociales y culturales de las prácticas coloniales de expansión urbana de la modernidad.
Observamos entonces una visión histórica situada entre los años sesenta y ochenta, en la película de Vaz, articulada con una visión presente de la historia activa, en la película de Pardo. Así, aunque situadas en espacios y tiempos sumamente remotos, el encuentro señala en el mapa espacio-temporal la sistematicidad histórica de la violencia, pero también un motivo para interceder por la memoria. Que el cine, como en Pulsos Subterraneos y Apiyemiyekî? multiplique los recuerdos, que se ramifiquen las memorias.
Notas:
Página oficial de Pulsos subterráneos de Elena Pardo:
https://pulsossubterraneos.com/
A propósito del montaje estratigráfico:
Ana Vaz en entrevista para el festival Punto de Vista del 2020 en Navarra, España.
https://www.youtube.com/watch?v=DNs1fchN4vs&t=92s
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