As muitas mortes de Antônio Parreiras
Por Pablo Gamba
Uno de los largometrajes que integran la programación del Festival Ecrã de cine y arte experimental de Río de Janeiro es As muitas mortes de Antônio Parreiras (Brasil, 2025), de Lucas Parente. Se estrenó en Olhos Livres, en la Mostra de Tiradentes, y estará en la competencia internacional del FID de Marsella.
Esta es una película que se destaca por no recurrir al género biográfico, como es lo habitual cuando el protagonista es un personaje como el del título, una de las figuras más importantes del paisajismo en la pintura brasileña. En vez de una narrativa de ese tipo, Parente se decantó por un retrato que me hace recordar a Reverón (1952), de Margot Benacerraf, por la toma de posición crítica, y a Jane B. par Agnès V. (1988), de Agnès Varda, por los recursos de la imaginación. Pero una importante diferencia es que los retratados participaron en esas películas. Este es un retrato hecho hoy de un artista que murió en 1937.
Aunque se trabaja aquí con archivos fílmicos, fotográficos y también sonoros, además de registros de la obra plástica del artista, As muitas mortes de Antônio Parreiras es también un documental singular de este tipo. La dominante no es la conjunción armónica de todos esos materiales y la ficción, a la que también recurre, sino la tensión formal. En uno de sus polos está la naturaleza, en medio de la cual sitúa al artista interpretado por un actor en planos generales como el de su resurrección en el presente. También encontramos una mezcla de ruidos del bosque con la música en la banda sonora, y un uso de la imagen de archivo que encuentra en ella paisajes como el de un largo paneo al comienzo, entre otros ejemplos. El otro polo es la artificiosidad patente de dispositivos como la deformación óptica con el reflejo en espejos, las disoluciones de los espacios en limbos negros, las figuras alegóricas de un hombre mefistofélico y una misteriosa mujer, dos buitres disecados que son personajes secundarios y, notablemente, el doblaje.
En esta tensión se basa el retrato, y es fiel al original por lo que respecta a los aspectos contradictorios análogos en la obra del artista. Antônio Parreiras, que nació en 1860, fue al comienzo de su carrera un disidente de la Academia de Bellas Artes. Volvió a entrar en conflicto con la institución cuando lo nombraron profesor, ya siendo un artista consagrado, por su insistencia en la defensa de la pintura al aire libre. Fue el camino que escogió al dejar los estudios formales para seguirlos libremente con el artista trashumante alemán Georg Grimm, conocido principalmente por la pintura que hizo en Brasil.
Las “muchas muertes” pueden hacer referencia a las desviaciones de ese camino que conllevaron transformaciones del arte y la figura de Parreiras. Aunque el paisajismo está vinculado en la historia de la plástica brasileña con la burguesía agropecuaria y la representación de su país, hay algo en la pintura de este artista que se resiste a eso. Sin embargo, no impidió su consagración y, a partir de ella, Parreiras comenzó a recibir encargos que lo llevaron a destacarse en la pintura histórica, la versión oficialista del pasado racional. Ya entrando en el siglo XX, se renovó una vez más como pintor de desnudos.
El mayor mérito de la película de Parente es la atención a cómo estas tensiones y cambios se despliegan en las obras de arte, y por referencia al contexto histórico-social. Aunque el personaje de la mujer deja un cabo suelto en este sentido, la película se aparta notablemente de los trillados caminos de la psicología. Tampoco puede haber aquí un “relato de formación” porque no hay biografía ni, por ende, un arco dramático como el de ascenso-decadencia.
Es lúcida la película en su desplazamiento del sentido común histórico y biográfico de la causalidad. No son los hechos ni las experiencias del pasado, ni la decisión del presente, los que impulsan al personaje hacia el futuro sino al revés: es el futuro el que lo ha movido bajo una influencia como la que ejerce el personaje diabólico sobre Parreiras. Pareciera que el artista se confronta con el pasado como si un hipnotismo lo hubiera hecho parte del desarrollo capitalista de su sociedad. También con la época actual, que no solo traen a colación los vehículos visibles como por error, y otros detalles de los planos o el sonido, sino la continuidad de la destrucción del progreso en el incendio que consumió la colección histórica del Museo Nacional en 2018.
Frente a esta modernización del Brasil, la película indaga en las pinturas en busca de otro modernismo, crítico, que sería lo más valioso de la obra de Parreiras hoy. Lo halla en su tendencia a la relegación de la figura humana a un lugar difícilmente visible en medio de la naturaleza, en el cuadro emblemáticamente titulado Escola do ar livre (Escuela del aire libre, 1892); en una sutil tendencia a la disolución del motivo, notablemente en otro paisaje cuyo centro de atención son apenas unas mariposas, y en la dispersión de las figuras con relación al fondo en los planos detalle reveladores de la expresión característica de sus pinceladas, por ejemplo. También por referencia a las enseñanzas con relación a la luz y los sentidos del maestro Georg Grimm, con lo que nos asomamos al interés contemporáneo en percibir lo que no se puede identificar con el lenguaje.
En tanto construida sobre la base de las tensiones que la recorren, As muitas mortes de Antônio Parreiras no puede ser una película perfecta en el sentido clásico. Tampoco contribuyen a eso la inclusión del comic relief de los buitres disecados ni motivos como la mujer ni una enorme piedra de cuarzo, que aparecen con poderosa fuerza simbólica y no llegan a desarrollarse, podríamos agregar aquí. Pero no es esa perfección a lo que aspira, y la opción por el género plástico del retrato frente al literario de la biografía en el cine, y el modo como relaciona al personaje con su contexto y piensa el pasado hacen de ella, como dije al comienzo, una obra destacable de un documentalismo que tiene que luchar tanto contra los lugares comunes como el de figuras históricas.
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