Filme particular


Por Pablo Gamba

En tanto único festival “clase A” en América Latina, que no por eso deja de ser periférico, la competencia internacional difícilmente consigue ser la más interesante de Mar del Plata, hablando objetivamente. Ese lugar pueden ocuparlo la sección dedicada a los países de la región, por la cuestión geográfica, y la competencia Estados Alterados. Sobre el criterio de selección de esta última se escucharon diversas explicaciones de los programadores, pero en lo fundamental se orienta hacia películas que siguen planteando rupturas como las que definen lo moderno en el cine. 

Cuando, además de sorprende y generadora de debate, como se espera, una película de Estados Alterados es de Latinoamérica, el atractivo se duplica. Es lo que me ocurrió este año con dos: Filme particular (Brasil, 2022), de Janaína Nagata, y Notas para una película (Chile, 2022), de Ignacio Agüero. Voy en esta nota con la primera. 

Filme particular, que recibió una de las dos menciones honoríficas de Estados Alterados, es obra de una realizadora que principalmente es artista visual. Se estrenó en el FID de Marsella y fue seleccionada también para el IDFA, en Amsterdam. 

Una primera característica resaltante de la película de Nagata es la confluencia del cine de metraje encontrado (found footage) y el desktop documentary, como se clasifica a los videoensayos que hacen de la pantalla del cine, o de la computadora si se los ve en streaming, un espacio análogo a la pantalla de otra computadora. De esta manera pueden confrontarse los fragmentos de las películas que se analizan y una representación visual del trabajo de análisis e investigación que se hace de ellas. 

El metraje encontrado es aquí de un film de aficionado rodado en Sudáfrica en los años sesenta, cuando el país estaba bajo el apartheid. El hallazgo se relata al comienzo: llegó a manos de la realizadora junto con un carrete que compró para un proyector de 16 mm, identificado como “filme particular”, pero sin otros datos. Más que una anécdota, es un recurso para darse la licencia de hacer un documental sobre el régimen segregacionista desde un punto de vista personal, sin adoptar las posturas sospechosas del documentalismo didáctico que expone un tema como si se supiera toda la verdad al respecto.

La película se divide en dos partes. La primera consiste en presentar el material fílmico encontrado y digitalizado en su supuesta integridad. La única intervención que la realizadora declara haber hecho es añadirle una banda sonora creada por Mariana Carvalho, artista del sonido y autora de música experimental. Después comienza el análisis, que consiste en “rebobinar” la película y hacerla “correr” de nuevo, esta vez deteniéndose para examinar, en ventanas que se abren en la otra mitad de la pantalla, diversos aspectos que van llamando la atención de la realizadora. 

Esto lleva a la segunda característica destacada de Filme particular y es que el análisis no se orienta hacia el estilo, como se dijo. Los recursos del videoensayo parecen prestarse idealmente para esto y los resultados son atractivos para un público amplio, como se desprende de la proliferación de este tipo de obras en internet. La película encontrada también podría ser objeto de un análisis de este tipo, ya que no es material bruto sino que también fue montada por el realizador o realizadora amateur, lo que conforma un estilo. Pero es hacia los detalles extraños o desconocidos del texto que solo sería posible entender con referencia al contexto sociohistórico que se dirige la atención de Janaína Nagata. 

Textualmente, la realizadora desempeña la función de “analista implícita”. Despliega “en vivo” sus operaciones de investigación en internet, sin valerse de una exposición oral ni de subtítulos para orientar al espectador. Los recursos que usa son ampliamente conocidos: búsquedas en Google, artículos de la Wikipedia, videos de Youtube que reproduce como si los hiciera correr en su computadora, cosas por el estilo. La única sorpresa para mí fue un programa para identificar personas cuyos rostros aparecen en la película mediante comparación con fotos de la web. Después del uso gratis que permite, hay que pagar para seguir utilizándolo, y parte de la puesta al descubierto de los procedimientos del ensayo de Janaína Nagata consiste en mostrar la operación de compra de la licencia respectiva hecha en internet con una tarjeta de crédito. No quise tomar una foto de la pantalla para corroborar la autenticidad de los datos privados exhibidos así en público, ni para sacar provecho, eventualmente, de esta información. 

Al comienzo, la analista implícita se detiene en un letrero del que entonces se llamaba Parque Nacional Kruger. Esto es lo que permite identificar el país donde fue rodada la película y, presumiblemente, tuvo su exhibición doméstica también. Después, hay otra parte del film que se desarrolla en el sector de Durban que da a la playa (Durban Beachfront) y, más adelante, detalles que dan a entender que el film fue producido en el seno de una familia que ocupaba una posición privilegiada en el apartheid

La profundización en los detalles incluye la investigación de los rickshaws de la ciudad, de los que tiran hombres vestidos con una indumentaria “típica” zulú. Son una muestra de cómo el régimen “integraba” a la mayoría de origen africano a la sociedad segregacionista y, por ende, de las aspiraciones hegemónicas del apartheid ideado por los afrikaners, descendientes de los colonizadores holandeses. 

La película registra también un encuentro con un médico herborista nativo que se hizo célebre y rico en Sudáfrica, Khotso Sethunsta. Se lo retrata en compañía de las 23 esposas que tenía. En su mansión se exhibe, en un lugar prominente, un retrato de Hendrik Verwoerd, intelectual, político y principal ideólogo del apartheidEs un indicio de cómo un sector de la población originaria era parte del sistema. 

Otro aspecto clave de este manejo de la segregación fue la creación de “estados independientes” con “autogobierno” de la población africana. La investigación llega también a eso por la vía de la identificación del Edificio Bhunga (Bhunga Building), en la ciudad que se llamaba entonces Mthatha. Se construyó en los años treinta del siglo XX y fue sede del Parlamento de Transkei, uno de los llamados “bantustanes”. 

El Edificio Bhunga es hoy uno de los museos dedicados a Nelson Mandela. Pero no todos los vínculos del pasado con el presente que la realizadora descubre reflejan cambios como este en la sociedad. Por ejemplo, la investigación también conduce hacia el hallazgo de un video en el que los blancos de la actualidad se pasean en los rickshaws de los que siguen tirando hombres negros disfrazados de zulús como en tiempos del apartheid. Los intercambios de mensajes en los foros de internet son reveladores, incluso, de la persistencia de un debate entre los que anhelan una “época dorada” de Durban, bajo el régimen segregacionista, y los que lo critican como si su recuerdo fuera borroso para algunos hoy. 

Dicho esto, se podría desestimar Filme particular con el argumento de que termina siendo una película didáctica, a pesar de su intento de evitarlo. Pero hay que precisar qué enseña. Primero hay que aclarar que no es un videoensayo sobre el tema del apartheid sino sobre un fragmento de película que se convierte inesperadamente en un documento histórico de lo que fue ese sistema. Tampoco es posible saber si la “puesta en cuadro” refleja o no con exactitud la experiencia real de Janaína Nagata como analista e investigadora, pero, en todo caso, no solo transmite un conocimiento obtenido de esta manera sobre el contexto del film sino que, con el ejemplo de lo que hace, enseña al espectador a tomar posiciones críticas y buscar sus propias verdades. 

No me refiero con esto a la demostración del funcionamiento de los recursos de la web. La enseñanza no solo consiste en comunicar sus hallazgos sobre el apartheid sino, sobre todo, en llamar la atención acerca de la necesidad de detenerse en cualquier detalle de cualquier película que le parezca extraño a quien la ve y aprovechar la posibilidad que hay de aclararlo con la ayuda de información sobre el contexto sociohistórico que hoy es accesible con facilidad para muchas personas. 

Por esta razón, Filme particular puede ser considerado un lúcido documental de intervención política, además de una obra de metraje encontrado y un desktop documentary. Quizás hay circunstancias en las que hacen falta películas que enseñen a fabricar bombas molotov, pero en los países con problemas que se derivan del pasado colonial, como es también el caso de Brasil, estas herramientas para el ejercicio de la crítica pueden ser de similar utilidad en el debate que debe acompañar a la acción.

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