Archivos lumínicos y otras sensibilidades, y Color Noises

 



Por Ofelia Ladrón de Guevara


Dialogando en la programación del Festival Light Matter, los cortometrajes experimentales que a continuación se abordan son preguntas lanzadas desde el propio quehacer cinematográfico hacia la semilla para repensar la imagen: la representación que hacemos de nosotros y del mundo. Casi pareciera que, a través de las atmosferas insólitas y aterradoras que construyen —a las que quizá sea posible nombrar: ambiguas—, murmuran el asombro ante la realidad que a veces se transforma en pesadilla, el que llevó a Ki no Tsurayuki a escribir en el siglo IX:

 Luna en el agua 
          recogida en la concha
de una mano: 
 ¿es real, irreal? 
              Eso fui yo en el mundo. 

 II

El sonido de una videocasetera: un VHS que se inserta para hacer aparecer en la pantalla un fondo azul. Archivos lumínicos y otras sensibilidades (México, 2021), de Nuria González Pimentel, se divide en fragmentos que, en lugar de seguir una numeración, se separan a través de letras, como si se trataran de incisos en los que la percepción se despliega. [A: un parpadeo desde otra habitación; B: un banquete de tejido expuesto; C: una proyección con los ojos en blanco; D: una ventana a través de la ventana]. Las imagen se sobreponen al fondo azul para desfigurarse. Una mano que sujeta una videocámara frente al espejo. Un cuerpo que no muestra su fisonomía sino que se descompone a través de los pixeles, en un intento de entreabrir sus propias posibilidades y, con ello, también las de la percepción. El uso de la shimmering image en el cortometraje hace que las imágenes —que en otro contexto no lo serían— se desborden hacia el extremo del horror, para explorar si quizá ahí, en lo que lo que causa sobresalto, se puede entreabrir otra forma de percepción. Deshacer el mundo para configurarlo de una manera distinta, tal vez esa sea la pregunta detrás de la atmósfera insólita que teje y desteje, a través de sus incisos, Archivos lumínicos y otras sensibilidades

III

Dialogando con este cortometraje: Color Noises (Argentina, 2022), de Mati Pirsztuk, se sirve de cuarenta y tres segundos para a través de glitches adentrarse a una pregunta visual de un orden semejante. Estas fallas visuales se mezclan con ruidos que es imposible clasificar, los cuales, se antojan azarosos. A partir de ello, se crea un espacio liminal o una oportunidad para que la mirada, y ya no sólo limitada al sentido de la vista sino también a los propios lentes de la cámara, se cuestione a sí misma. 

 IV

La apuesta es, entonces, la de inquirir a los sentidos y a ese otro ojo que es la cámara, para sacar esas otras fisonomías, luces y sombras que permitan mirar desde otra perspectiva la realidad.

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