Yaxche’oob
Por Pedro Neri
Yaxche’oob (ceibas) es un cortometraje de 25 min. de duración. El guion, la producción, la dirección y el montaje fueron realizados por Pablo Cruz Villalba, quien retrata las problemáticas y cosmovisión de los habitantes de la Selva Maya, concretamente de Punta Laguna, X-pichil y Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, México.En este cortometraje se desentierran las raíces de una cultura amenazada por el
exterminio. La conservación de la cultura se asemeja al trasplante de una ceiba,
donde las raíces hacen brotar nuevas ramas, conservación que resiste y sobrevive
al paso del tiempo y que podemos conocer gracias a la mirada de cuatro
habitantes de la selva maya que nos comparten la tradición, la espiritualidad y el
sincretismo de una cultura amenazada por la homogeneización global y el neocolonialismo, donde la única personalidad e identidad existente es la del
consumidor.
La reproducción de la cultura también se asemeja al trasplante de una ceiba pues
de una cultura originaria se despliegan una serie de variantes que tienen
diferencias en la lengua, las tradiciones y las manifestaciones simbólicas. Pero en
su raíz se mantienen los arquetipos de una cosmovisión genealógica. Yaxche’oob fue filmada en película de 16 mm en color y blanco y negro. Se utiliza
el recurso de la música, diegética y extradiegética que nos acerca a las
sensciones auditivas que se viven en las comunidades mayas contemporáneas,
donde se usa la música con violín como en otras culturas originarias que lo
adoptaron. La voz en off nos relata que en 1856 hubo una guerra que generó
mucha muerte y pobreza, creando una tierra de nadie. ¿Por qué existe pobreza en
zonas tan ricas? Siendo una tierra tan fértil los pobladores no podían sembrar, no
tenían casa, pero pudieron sobrevivir como todos los pueblos originarios que
sufren la violencia del estado y generan resistencia ante el despojo y la invasión.
El estreno mundial de Yaxche’oob fue este año en Umbrales: Competencia
Mexicana de Vanguardias Cinematográficas del Festival Internacional de Cine de
la Universidad Nacional Autónoma de México (FICUNAM). Compitió con películas
como Primitiva, de Azucena Losana (México, 2023, 5 min), y Xiuhtecuhtli, del
Colectivo Los Ingrávidos (México, 2023, 16 min), entre otras.
En la película nos situamos inmersos en la selva gracias a la mezcla de imágenes
y sonidos. Vemos la luz del sol entrar por los árboles, una mezcla de reflejos y
sombras que dotamos de presencia. Conocemos la historia de Pancho, un mono
araña que habitaba la selva desde hace mucho tiempo y que ahora ya no está.
Los espectadores no podemos ser indiferentes con Pancho y nos preguntamos
¿habrá muerto? ¿algún día regresará? Lo vemos en pantalla como un recuerdo,
como un doble, Pancho inmortalizado a 24 cuadros por segundo y la conversación
en maya inmortalizada también en el tiempo. La fotografía puede ser recuerdo,
una vida reencontrada. El cine tiene la función de compartir esos recuerdos y de
perpetuar la presencia. No vemos a Pancho, vemos el recuerdo, lo presenciamos.
En cuadro vemos a Canela, una mona que a veces llora porque extraña a sus
padres. Sin embargo puede ser Pancho que ahora existe en la imaginación del
espectador, ya que la riqueza del cine está en lo que el espectador proyecta en él.
Eulogio Canul es el cuidador de monos que nos narra los relatos y quien arriesga
la vida al hacer su labor. Al estar en la selva se expone a los depredadores,
además de padecer enfermedades por trabajar con los monos. Esta parte es muy
importante en la película. Es un primer pico narrativo y gancho de interés.
La imagen del hilo funciona como transición de espacio tiempo. Entreteje las
imágenes de forma metafórica. Pasamos de la selva a la casa de Amanda Tah
bordando. A la vez que se bordan la yuxtaposición de imágenes y la banda
sonora, nos adentramos en la cosmovisión maya, donde los domingos son días
sagrados para las tejedoras. Se respetan: las mujeres no pueden bordar ya que la
serpiente tiene que descansar.
Esta idea se contrapone a la lógica capitalista en la que vivimos, pues el trabajo es
sagrado pero más lo son los días de descanso. Bordar los domingos es
condenarse a sí misma. Pero ¿porque lo hace? Es la necesidad de bordar o la
convicción de condenarse, la metáfora de la serpiente como hilo y aguja.
Las tejedoras tienen siempre a su lado a la serpiente a la hora de bordar. Ellas ven
a la serpiente como un dios. En general, en las culturas antiguas y en la cultura
maya, es la serpiente quien les da el don de bordar su cuerpo, sus colores, su
geometría. También es la serpiente quien castiga, de manera simbólica como el
pecado original. Las tejedoras que no respetan son desterradas del paraíso y
quedan condenadas a bordar el cuerpo de la serpiente en el más allá, sin
descanso y por toda la eternidad. El cine nos permite borrar las fronteras entre la
vida y la muerte, entre el mito y la realidad. En él lo invisible se hace visible.
En esta película el director moldea el tiempo de algunos planos haciéndolo más
lento, mientras escuchamos una narración que nos habla del pasado.
Escuchamos relato y vemos imágenes que no son las de las historias contadas.
Es un juego de narrativas diversas donde lo visual y lo sonoro van juntos pero
cada uno tiene una existencia propia.
Cada personaje y cada parte de la obra tiene un estilo visual concreto, se utilizan
elementos del cine experimental en la composición de los planos, los movimientos
de cámara y el montaje. Sin embargo es una película narrativa. Nos cuenta
distintas historias ligadas entre sí.
En mi opinión, el formato analógico nos hace tener una sensación onírica. Con él
podemos percibir el paso del tiempo sobre la película. La imagen granulada, que
al estar en color y coexistir con el blanco y negro nos genera una sensación de
contraste entre el pasado, el presente, lo imaginario y lo tangible, el tiempo y
espacio, el día y la noche, le da una personalidad que se contrapone al cine
contemporáneo convencional. En esta película no se busca una alta definición que
cada día es más abrumante.
En el cine la vida cotidiana se refleja como acontecimientos extraordinarios. Para
las personas que lo miran desde fuera es un mundo desconocido y extraño. Para
los actores que aparecen en escena y se ven reflejados en la pantalla, es una
extraña evidencia. La preparación de los alimentos, de las tradiciones, las
acciones más irrelevantes de la vida cotidiana se convierte en algo extraordinario
al estar en pantalla. Muchas veces exótico para las personas que con ojos
externos a la comunidad lo presenciamos desde nuestro contexto de máquinas e
inteligencias artificiales, la cámara capta la vida para reproducirla.
En la actualidad no podríamos vivir solamente con la luz de la luna, más aún
ahora. En las comunidades donde antes no existía “nada”, han adoptado muchas
cosas que hacen que la vida cada vez se complejice más, que existan más
necesidades. Empezamos adoptando arquetipos, la cruz, los estandartes y la fe.
Para los habitantes de la selva maya hay distintas formas de pelear una batalla, ya
que también las guerras se pelean sin armas. Sin embargo las personas ahora
son creyentes de la palabra de dios, tradicionistas que prefieren morir antes que
pecar, ya que es para ellos el verdadero vivir la culpa en la religión católica.
Podemos ver el sincretismo de esta cultura que adopta a la Virgen. Vemos a
Cornelio Puc rezarle. Además, el refresco se convierte en algo elemental. Ya no
solamente existe la relación del hombre con la naturaleza, sino del mundo que ha
creado, un reflejo de la globalización.
Lograron cortarnos las ramas, pero no nuestras raíces es una aceptación que han
perdido mucho de la cultura originaria y que esta se ha transformado a lo largo del
tiempo. Sin embargo, las raíces permaneces vivas y en la tierra, en las tradiciones,
desde matar puercos para la comida del pueblo hasta subirse al árbol de yaxché,
ritual necesario para tener una buena cosecha gracias al chiik, quien lleva cosas
que avienta a las personas que presencian el ritual. Simboliza abundancia en las
cosechas, ofrenda a la santa cruz que, junto con la música, los cohetes y la
organización de la comunidad, son una forma de tequio y tradición. A pesar de que
la mentalidad va cambiando y las tradiciones también, se mantienen los rasgos
más arquetípicos del imaginario y la cosmovisión.
La lengua es un elemento para preservar esa forma de ser y existir en el mundo
como comunidad, y el cine es una herramienta para compartir esa cosmovisión y
que la cultura originaria no se extinga. También sirve como un medio para
intercambiar ideas y para unir a las personas. Es una herramienta que sirve para
la organización, para la unión y comunicación interna de los pueblos.
Este cortometraje es un llamado para que las personas se unan, para que las
raíces no se pierdan, para hacer comunidad. En los tiempos de crisis, las
tradiciones mantendrán unida a la comunidad. Al final se ven los niños, que son
los futuros defensores de todo lo que los hace ser quienes son.
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