Dona Beatriz Ñsîmba Vita y Aqui onde tudo acaba

 

Por Pablo Gamba 

Entre los cortometrajes que pudieron verse online de la Mostra de Tiradentes, que se destaca como espacio de las películas independientes más radicales del cine brasileño, estuvieron Dona Beatriz Ñsîmba Vita (2023), de Catapreta, seudónimo del artista y cineasta de animación Leonardo Cata Preta, y Aqui onde tudo acaba (2023), de Cláudia Cárdenas y Jucelino Filho. El primero compitió paralelamente en el Festival de Sundance y se estrenó en diciembre el Festival de Brasilia. El corto de Cárdenas y Filho fue el ganador del Premio Intensa Botánica en el Festival Fronteira, también en Brasilia, y ha estado además en Curtas Vila do Conde, en Portugal, y en el Festival de Cortometrajes de São Paulo. 

Catapreta se interesa por el cuerpo dibujado y también fotografiado. Sus trabajos se han caracterizado, además, por un ácido manejo de la ironía. En Dona Beatriz Ñsîmba Vita apunta hacia la religión cristiana y el estereotipo racial africano, lo que cristaliza en una paleta de color en la que domina el fondo blanco con dibujos de trazo fino en azul y un uso destacado del rojo. 

La cuestión del cuerpo se hace parte de una alegoría macabra cuyo encanto es su resistencia a la interpretación. El corto se presenta así como continuador de una tradición brasileña que se remonta a la segunda fase del cinema novo y después, entre finales de los sesenta y comienzos de los setenta, pero que se refiere a los problemas del presente de un modo mucho más borroso. 

El personaje del título se inspira en una figura histórica, pero legendaria: Kimpa Vita, cuyo nombre de bautismo era Beatriz. Fue una mujer que lideró un movimiento cristiano antiesclavista en el Congo que hoy se considera también precursor de la independencia de los países africanos. Los colonizadores portugueses la ejecutaron por hereje en la hoguera. 

Dona Beatriz Ñsîmba Vita, sin embargo, no es un relato histórico. Al comienzo la protagonista parece una automovilista moderna, con el “ruido” que podría causar, por los estereotipos racistas, el contraste entre el cuerpo blanco y los rasgos de mujer negra. Además de situar la historia en el presente, el cortometraje se inscribe en la tradición fantástica para la que se presta la libertad que da la animación. Lo natural y racional, que conforman el sentido común de lo real, están presentes en la historia, pero no dominan lo contrario a ese orden: lo extraño, sobrenatural o antinatural, inclusive.


El final, sin embargo, podría resultar un tanto ambiguo en este sentido, puesto que de algún modo se hace eco de la racionalidad apocalíptica actual, lo que también es cónsono con el trasfondo cristiano de la historia. Por otra parte, aunque narrativamente hay una ruptura con la lógica clásica, la coherencia técnica y gráfica de Dona Beatriz Ñsîmba Vita, que le da el aspecto de gran corto de dibujos animados al que atribuyo su selección para el Festival e Sundance, descarta la heterogeneidad material experimental de otras películas de Catapreta, por ejemplo O céu no andar de baixo (2010). 

Cláudia Cárdenas integra con Rafael Schlichting el Duo Strangloscope, que hace películas, da talleres y organiza la muestra homónima de cine experimental en Florianópolis, Brasil. Jucelino Filho, el codirector de Aquí onde tudo acaba, es un cineasta del pueblo originario Xokleng con formación profesional como periodista, experiencia como productor y que ha sido parte de la creación del Portal de Saberes Laklãnõ Xokleng. 

El “botánica” del galardón que Aqui onde tudo acaba recibió en Fronteira no es metáfora. Es una pieza en fílmico cuya realización incluyó el uso de plantas en el revelado, que se hizo en la aldea Bugio, donde se rodó. 

Resulta significativo que el encuentro de los realizadores de la ciudad con el pueblo originario se consume de este modo en el cuerpo material de la obra. Lleva a pensar en el revelado botánico como metáfora del mito latinoamericano del mestizaje. El encuentro de culturas y personas diferentes es un motivo explícito en el corto, además. Pero la unión de los cuerpos humanos se refiere a los pueblos originarios que se han mezclado entre sí. Esto los ha unido en carne, sangre y vida cotidiana, y también políticamente, en la resistencia al proyecto colonizador de sus territorios. 

No es mestizaje, por tanto, lo que hay aquí en el sentido que tiene para la sensibilidad criolla, según el historiador del cine latinoamericano Paul Schroeder, de injerto de lo originario en el tronco de una modernidad eurocéntrica, lo que comprende las prácticas etnográficas como manera científica de hacerse cargo de los indígenas por los llegados de Europa o los descendientes de europeos. Aqui onde tudo acaba es expresión de la que el mismo autor llama “modernidad neobarroca”, en la que dos racionalidades diferentes conforman un tejido en tensión que incluye el pensamiento, la sensibilidad y las prácticas del pueblo originario. 

Integra esta tensa diversidad incluso el cristianismo, como se evidencia en el testimonio de uno de los personajes. Es un injerto europeo en el cuerpo de la cultura indígena, contrario en eso a la sensibilidad criolla. También es una religión puesta en tensión con su origen, porque en vez de mantener al pueblo resignado frente a la colonización, sirve de aliento a la resistencia. 

Hecha con la participación de los aldeanos xokleng, como se muestra en planos en los que ellos filman, la tensión se percibe estéticamente desde el comienzo de la pieza, en la intervención del soporte fílmico de 16 mm rayándolo. Es una técnica característica del cine experimental, además del rechazo del revelado industrial, pero análoga también a los petroglifos de los indígenas. El resultado es una animación que tiene de rupestre el parecido que se le puede encontrar al trazo con la raspadura de la roca. 


Otra tensión significativa es la que hay entre la mirada etnográfica, presente en los testimonios que refieren un mito xokleng y las prácticas de una mujer que cura con hierbas, y la mirada de la resistencia indígena. Para la segunda los registros no son cosa de ciencia sino de memoria, una forma de mantener vivo al pueblo con su cultura y su lucha por sobrevivir. Hay allí otra racionalidad moderna que se expresa más diáfanamente en la parte en la que un grupo de niños canta una consigna de resistencia del pueblo Xokleng. Viven en la aldea, pero visten como como los de las ciudades, lo que es otro injerto de la modernidad eurocéntrica en su cultura. 

En esta misma escena hay otra tensión, más profunda y sutil, entre el propósito evidente de transmitir esperanza con ese canto de niños, de un modo que hasta parece lugar común de la propaganda, y la mirada poética con la que en el cine experimental expresa la subjetividad de la percepción. Algo parecido ocurre cuando el interés se desvía de lo etnográfico y lo militante hacia la investigación de la luz que se filtra entre la vegetación. 

Pero lo que más enriquecedoramente expresa la tensión neobarroca es la falta de una coherencia que se imponga y le dé unidad a esta pieza como documental o ficción etnográficos, o cine indigenista o experimental. Pienso el título en relación con esto: el lugar donde todo lo diverso converge es la materia del soporte; el “donde todo acaba”, en el sentido de culminación, es el cuerpo fílmico moldeado por el encuentro de saberes diferentes. Otro cuerpo significativo es la naturaleza, cuyos ruidos se escuchan en la banda sonora de un modo sutilmente vertebrador. Existe, entonces, una bella analogía poética entre la materia del film, donde todo acaba, y la vida material del pueblo, de donde surge y así empieza todo.

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