Guarda Vieja 3458 timbre 3/6, Souvenir, Injerto y Compras impulsivas por Aliexpress
Por Pablo Gamba
Comento en esta nota cuatro películas que fueron parte del Festival Ribalta de cine experimental, que se llevó a cabo en Módena, Italia, del 14 al 17 de marzo. Comienzo por Guarda Vieja 3458 timbre 3/6 (Brasil-Argentina-Portugal, 2023), de Karen Akerman y Miguel Seabra Lopes, realizada en una residencia en el marco de la Bienal de la Imagen en Movimiento en Buenos Aires. Ha estado también en Cineautopsia, en Bogotá, y Doc Lisboa, entre otros festivales.
Akerman tiene una carrera en el montaje de producciones como Los delincuentes (Argentina, 2023), de Rodrigo Moreno; A febre (Brasil, 2019), de Maya Da-Rin, y O processo (Brasil, 2018), de Maria Augusta Ramos. Seabra ha sido guionista de A febre, entre otras películas, y ha trabajado en el teatro. Juntos han realizado cortos como Num país estrangeiro (2018) o Incéndio (Portugal, 2012), y el largometraje Talvez deserto talvez universo (Brasil-Portugal, 2015).
Guarda Vieja 3458 timbre 3/6 es un corto sobre la percepción y la emoción, la memoria traumática y el registro en el soporte de video, con una bebita que intenta ponerse de pie como protagonista. Interactúa también con una botella de agua grande, que es casi de su mismo tamaño, y cuya presencia en el piso confirma que se encuentran en una casa recién habitada.
Es significativo que el registro de la nena no se presente como una película familiar de las que tanto se reciclan hoy en el cine documental, de ensayo o experimental. El plano fijo sin otro personaje en cuadro, ni sonidos que sean indicios de su presencia en off, crea una mirada diferente. Se trata de observar a la bebita en el espacio de un departamento aún vacío reconocible como el de la dirección del título, en el barrio del Abasto, en Buenos Aires. Pero el personaje también permanece en el “espacio” de su registro en la imagen electrónica, lo que trae a colación su capacidad de preservar para el recuerdo lo que en el tiempo va a cambiar o desaparecer.
En vez de referencias a la vida de la familia cuya hija está por dar sus primeros pasos, la hay a acontecimientos políticos que podrían desarrollarse del otro lado de la puerta cerrada, en el espacio social exterior a la casa. Se superponen planos de soldados en marcha, precedidos por el ruido de botas militares, en una escena en la que la bebita interactúa con periódicos.
Por el blanco y negro los militares refieren al pasado, lo que en países como Brasil y Argentina invoca los fantasmas de las dictaduras de las que se hacen eco regímenes de derecha recientes o actuales. Después hay planos de demoliciones, superpuestos en contrapunto con la niña tratando de ponerse de pie, ambos en cámara lenta. Hay una relación obvia con la irrupción de los soldados.
El tiempo de realización de la película en Argentina corresponde al de Jaír Bolsonaro recién llegado al poder en Brasil. En este sentido que hay que interpretar el exilio al que hacen referencia los cineastas en la sinopsis del corto.
A pesar de la conexión emocional que se pueda establecer con la nena, hay aquí también un deslinde de las películas que enfocan la relación entre memoria e historia del modo de los llamados documentales del “giro subjetivo” o “en primera persona”. La mirada de Guarda Vieja 3458 timbre 3/6 transmite una aspiración a la objetividad que se atribuye al aparato de registro, a la cámara, aunque lo subjetivo se filtra, quién sabe si voluntariamente o no, en el error de la escritura de la dirección, puesto que el nombre correcto de la calle es “Guardia Vieja”. Es lo que “delata” como extrajera exiliada a la familia de la bebita.
El corto de Akerman y Seabra se presenta así como una singular obra que no vincula el exilio con hechos concretos de persecución sino con una atmósfera. Extiende, además, la definición a los que se marchan de un país porque no hallan como soportar las condiciones políticas, aunque la represión no los alcance directamente, lo que siempre ha sido una realidad.
La nena, y el llamado afectivo a la mirada del espectador, apuntan de este modo hacia ese otro tiempo que comienza para la familia en ese espacio aún por habitar. Pero se halla en una inquietante tensión, no solo con los fantasmas que retornan del pasado en las imágenes superpuestas sino con el registro del video, que se supone objetivo por ser hecho con un aparato pero con su distorsión demuestra su falibilidad como registro de la memoria. “Aplasta” de este modo el espacio en una imagen bidimensional y disuelve las figuras en la evidencia de su materialidad electrónica. A esto se añaden las desapariciones súbitas e inesperadas de la nena en el montaje y una cámara lenta que enrarecen el tiempo, y una duplicación del personaje por “fallas” en la imagen y el sonido.
Guarda Vieja 3458 timbre 3/6 se cuenta, por tanto, entre las películas latinoamericanas que proponen hoy nuevos enfoques del tema de la migración, extensivo aquí al exilio, a las que hemos venido haciendo seguimiento en notas de Los Experimentos. Incluso presentamos en diciembre en Buenos Aires una muestra de cortos de cineastas venezolanos de la diáspora.
Souvenir (Canadá, 2023), de Cecilia Araneda, trata de la memoria, como el título lo indica, pero vinculada al soporte fílmico. Es otro de los cortos que estuvieron en Ribalta y que se había presentado antes en Experiments in Cinema, en la muestra Strangloscope de Brasil y en el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey, en Cuba, entre otros eventos.
La técnica de revelado y coloración manual que emplea la cineasta aquí es ampliamente utilizada en el cine experimental con el efecto melancólico que puede producir. Me refiero a la analogía entre la alteración de las imágenes y esa parte inherente a los procesos de la memoria que es el olvido. También por su relación con el mito en torno a la huella de lo real que es capaz de captar el soporte fotográfico. Se le atribuye al film una capacidad potencial de preservación indefinida en el tiempo bajo condiciones que deberían ser siempre las ideales. Sin embargo, las imágenes generalmente acaban por disolverse debido al deterioro que se desarrolla en el soporte, como puede ocurrir también induciéndolo químicamente y con arte en los procesos de laboratorio.
Souvenir, como otras piezas de su tipo, tiene la belleza de esa melancolía, referida aquí al tiempo de la infancia y al espacio del campo. En sus planos de una velocidad alterada, que también crea otro tiempo, se alternan un niño que juega a batear una pelota de softbol que le lanza presumiblemente su padre, árboles y hierba que el viento agita, y una gallina. Solo una vez vemos que el chico logra darle con el bate a la pelota. Las otras justo antes hay un corte, lo que transmite una sensación de interrupción que se conjuga con la intervención que distorsiona estas imágenes más intensamente que la de las otras, como si el deseo de recordar que se enfoca allí las dañara.
Pero hay un sutil contrapunto entre ese tono emocional y lo que conlleva la práctica del laboratorio por lo que tiene de continuadora de la alquimia. Hay algo que brilla en el fondo de estos sentimientos como el oro que los sabios del pasado buscaban mediante su ciencia mágica.
Los últimos cortometrajes de esta nota son Injerto (Chile, 2023), de Fanny Leiva Torres, y Compras impulsivas por Aliexpress (Chile, 2023), de José Miguel Barriga. Los dos han trabajado juntos en películas como Ojos de linterna (Chile, 2017) y son parte de Tapel Papiz, productora chilena que trabaja con técnicas de animación manual alternativas. El caso de estas piezas son la rotoscopia análoga y el uso de objetos encontrados para crear la animación, respectivamente.
Injerto es un corto que me refiere a la tradición del surrealismo en el cine chileno, que tiene como exponente emblemático hoy a Cristián Sánchez, quien la conecta a su vez con Raúl Ruiz. Pero sobre todo me hace pensar en collages surrealistas como los de la animadora Stacey Steers.
El motivo del umbral ‒una puerta que se abre, una ventana‒, introduce la apertura hacia esa otra dimensión de lo real y la vida que persigue el surrealismo. La sensación de expansión la transmite, además, el color. Pero la cineasta también trabaja con el aspecto surreal y hasta terrorífico que pueden adquirir los objetos, como en la animación de Jan Svankmajer. Pienso, entonces, que en Injerto no solo hay una resistencia a los métodos de producción industrial. También resiste débilmente una forma vanguardista de entender el arte en relación con la vida.
Compras compulsivas por Aliexpress se desarrolla como un diario y se destaca por el empleo de objetos cuyo consumo cotidiano se vincula con la comunicación de sentimientos y la expresión de estados de ánimo. Son los stickers que funcionan de manera análoga a los emoticones del mundo virtual, las remeras (camisetas) y otras prendas o accesorios análogos.
Mediante diversos collages que integran estos productos y su iconografía a la imagen, el corto relata irónicamente un itinerario emocional y existencial cada vez más común: el despido y la angustiante sensación de irrealidad que acompaña al desempleo, correlativa al deterioro de las condiciones de vida. La ironía consiste en que ninguno de los productos que el protagonista adquiere por su valor emocional expresa lo que siente salvo por su consumo impulsivo.
Así empieza un proceso que atraviesa un estadio de desvarío y transformación incluso física del personaje, y de cambios continuos de una representación enrarecida, asociada al vértigo de las compras nerviosas por su exceso y desborde. En contrapunto, al comienzo se ve fotografiado un paquete del courier que es como un irónico anclaje real en la imagen del consumo que va a arrastrar al personaje hacia su irrealidad. Al final, la imagen fotográfica regresa en detalles de la cotidianidad posterior a una mudanza y el comienzo implícito de una nueva vida.
No se trata, sin embargo, de un itinerario de sanación por el sentido común de realidad y la sensatez, ni de una cura de la alienación consumista por un “buen vivir” más sencillo, modesto y puro. La representación deja abierta una puerta como la de Injerto hacia aquello otro que es aquí el delirio destructivo vinculado con la inestabilidad laboral que se propaga a la vida entera de los que crónicamente la padecemos. También se asoma algo análogo en un plano cortado de la calle y en las enormes hormigas que devoran carne, por ejemplo, en la película de Fanny Leiva Torres.
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