Dormir de olhos abertos (1)

 

Por Pablo Gamba 

Dormir de olhos abertos (Brasil-Argentina-Taiwan-Alemania, 2024) es una de las películas que están en la competencia internacional de IndieLisboa. Se estrenó en la sección Encuentros del Festival de Berlín. Es el tercer largometraje como directora de la alemana Nele Wohlatz, el primero en colaboración con Gerardo Naumann, todos rodados en América Latina. 

Wohlatz es conocida principalmente por El futuro perfecto (Argentina, 2016), que ganó el premio a la mejor ópera prima en el Festival de Locarno. En Dormir de olhos abertos continúa la línea de trabajo con la diáspora china en Latinoamérica que abrió allí. Son películas que se centran en cuestiones culturales relativas a la inmigración, en lo cerrado de las comunidades y en la dificultad que existe para comprenderse cuando hay una barrera lingüística de por medio. Pero también tratan de la posibilidad de superar esos obstáculos, de cómo entendemos el mundo, le damos un sentido a nuestra vida y nos inventamos con la ayuda de las palabras. 

Kleber Mendonça Filho es uno de los productores de Dormir de olhos abertos. Su participación se vincula con la ambientación de la historia en Recife y la importancia que tienen los edificios, en particular las Torres Gemelas de departamentos de esa ciudad del Nordeste de Brasil. Esto recuerda la película del cineasta brasileño con Sonia Braga en el papel principal, Aquarius (Brasil-Francia, 2016), cuyo título viene de un viejo edificio, y sobre todo O som ao redor (Brasil, 2012), sobre los departamentos que se construyen en Recife para gente en ascenso social. 

En esa parte de la ciudad, pujante también por la corrupción, con su horizonte de resplandecientes torres frente a la playa, está el edificio donde vive Lin, la tía de Xiaoxin, una joven china que llega a Recife de Buenos Aires. Es un un extraño lugar. Se le podría encontrar parecido con un no lugar por los encuentros de individuos sin conexión alguna en torno a la pileta o el ascensor, o que inesperadamente tocan la puerta y se meten en el departamento. Es una comparación que trae a colación un personaje que da a entender que vivir allí es como viajar en un crucero.


El enrarecimiento del espacio se hace extensivo a la casa de tía Lin, donde no solo viven ella y su marido, y recala la sobrina, sino también inmigrantes sin papeles de Taiwan, como la familia, y que laboran para ella en sus negocios. Otro de los trabajadores que allí están es interpretado por Nahuel Pérez Biscayart, conocido por su papel en 120 latidos por minutos (Francia, 2017) y que actuó también en El futuro perfecto. Su personaje brasileño en Dormir de olhos abertos, Leo, habla mandarín como uno más de los inmigrantes y dice que tiene una novia en China. Hay en esto un desafío inteligente a los estereotipos racistas sobre las comunidades de extranjeros. 

Los trabajadores de la película traen a colación la explotación de los migrantes. Pero es algo que solo se plantea como problema en la conversación de Xiaoxin con una vecina de su edad a la que conoce en la piscina y que es hija de un rico abogado especialista en asuntos turbios. Trabaja para el tío de Xiaoxin, defendiéndolo en un caso que parece haber sido de incendio intencional. 

Parece una ironía que lo que ve como esclavitud en la película una joven brasileña de posición acomodada sea normal para los trabajadores, pero quizás se debe a que no tenemos el término de comparación: la situación de los chinos en sus países de origen. Fu Ang, uno de los empleados, que se hace amigo de Xiaoxin, dice que ellos también tienen un poder sobre la tía Lin porque la comerciante y su familia viven de su trabajo. Sin embargo, esta conflictividad no se desarrolla. La mirada de la película, por lo que respecta a este grupo de personajes, se dirige principalmente hacia la dinámica de los cuerpos de hombres jóvenes que viven en una burbuja china en Brasil. 

El interés principal de Wohlatz no es la realidad social de los inmigrantes sino lo que algunos hacen frente a ella, el proceso que los lleva a reinventar su vida. La cineasta cita a Robert Bresson como fuente de inspiración. Es por los personajes outsiders como estos, que actúan bajo el impulso de misteriosas motivaciones que no se desprenden de las circunstancias de un modo que pudiéramos considerar lineal. En la película anterior, como el título lo indica, se trataba de afirmar un futuro diferente del que podría ser el destino de una chica en tanto parte de una comunidad de inmigrantes. Aquí, de redefinir la identidad escribiendo la vida en otro idioma.


Dormir de olhos abertos, cuyo título en español es Dormir con los ojos abiertos, trae a colación la experiencia de vivir imaginariamente una vida paralela a la propia. Es la del relato en español de Xiaoxin para Kai, la protagonista, china como ella, pero que también conoce ese idioma. Lo que las pone en conexión es otro elemento bressoniano: el azar. La lectora es una mujer a la que dejó plantada en el aeropuerto el novio argentino con el que iba a viajar a Brasil de vacaciones y que podría haber sido, en el contexto de la historia, su profesor de español en Taiwan. 

En Recife, Kai llega por una causa fortuita a conocer a Fu Ang en uno de los negocios de chinos por donde no andan los turistas. Después, recibe como obsequio de otro inmigrante una caja de postales de la ciudad ‒made in China para el Mundial de Fútbol de 2014‒, en las que Xiaoxin escribió su historia como para hacérsela llegar a Fu Ang, aunque no él no pudiera leerla. La vida que cuenta la otra se convierte para Kai en una misteriosa inspiración que la pone en movimiento, como si a partir de esa experiencia el viaje romántico frustrado se convirtiera en una posibilidad de reinventarse. Wohlatz juega con esto en una escena que expresa visualmente el déjà vu

Todo esto lleva a situar esta película de Nele Wohlatz, al igual que la anterior, entre las nuevas maneras mirar a los migrantes que el cine latinoamericano actual propone, sobre lo que hemos escrito en Los Experimentos. También a pensar en las renovaciones que no dejan de producirse del ya viejo nuevo cine argentino de los noventa. Películas como El futuro perfecto y Dormir de olhos abertos tienen claramente una fuente allí, lo que en estos casos incluye en particular el rechazo de la representación costumbrista de los personajes extranjeros. Es algo que responde a una de las características que Gonzalo Aguilar señala en el mejor libro publicado sobre ese cine.


Una comparación más cercana en el tiempo hacia la que me lleva Dormir de olhos abertos es con películas de un cineasta argentino que se interesa por los jóvenes de clase trabajadora de diversos países. Me refiero a Eduardo Williams, en la posible trilogía que integran hasta ahora dos películas: El auge del humano (2016) y El auge del humano 3 (2023), comentadas en este blog. 

Los planos abiertos, que ponen a los personajes en relación con el ambiente, es una característica que el estilo de Wohlatz comparte con diversas películas, entre ellas las de Williams. Pero tiene como correlato un uso palabra que los describe con más precisión y profundidad que la imagen. Va de la superficie, donde se confronta con los estereotipos, hacia otra dimensión profunda, en la que se afirman como individuos y rompen barreras lingüísticas para comunicar sus experiencias. 

La importancia de la construcción de significados venciendo dificultades con el lenguaje la diferencia de la actitud observacional de Williams. Del biologismo de su mirada también y de la importancia de la tecnología en esas otras película, cuyos personajes hablan diferentes idiomas sin que la traducción sea problema. A Fu Ang, en cambio, no le sirve el traductor del celular para entender el texto de Xiaoxin. No es falla del aparato sino cosa de que en Dormir de olhos abertos el mundo y la vida son creaciones de un lenguaje humano, que los “traduce” en palabras traducibles de una lengua a otra, que abren posibilidades con sentido, realizables y comunicables. 

Podría decirse, por tanto, que hay algo del proyecto inconcluso de la modernidad en el cine de Wohlatz. Trascendería así la religiosidad bressoniana, aunque sus potencialidades sigan ancladas en falsas soluciones individuales. Se siente en esto también la impronta del viejo nuevo cine argentino: el rechazo de la demanda política que Gonzalo Aguilar le atribuye en Otros mundos.

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