Las formas de la invención

 

Por Pablo Gamba 

Entre las películas que se estrenan en Contracampo, muestra independiente paralela al Festival de Mar del Plata, está Las formas de la invención. Es el primer largometraje de Maia Navas, sobre cuyo corto Enviado para falsear (Argentina, 2021) escribimos aquí. Es una artista, cineasta e investigadora la ciudad de Corrientes, en la provincia homónima argentina. Se la conoce también como directora del importante festival de videoarte y cine experimental que se celebra allí, Play. 

Las formas de la invención puede dar la engañosa impresión de que es un documental de observación de la vida de gente del pueblo, filmado en barrios periféricos del sur de Corrientes, como se indica al final. Su interés se dirige principalmente hacia los diversos trabajos con los que las personas se ganan cotidianamente el sustento, acompañando las imágenes con un sonido en off que las contextualiza en la dinámica de la vida popular. En algunas de estas actividades encuentro un sentido del “invención” del título, cómo la gente es creativa para sobrevivir. También revelan lo que tienen de resistencia, por ejemplo, en la persistencia del uso de caballos en la ciudad o de máquinas cuya operación requiere destrezas artesanales, como la de un cerrajero. 

Otro aspecto llamativo es que no se trata de fragmentos de una vida colectiva de sacrificio. Ese mito no tiene lugar aquí, al menos por lo que respecta a la reivindicación del sufrir, aunque hay detalles de que el cristianismo es parte de la cotidianidad, como las transmisiones de los evangélicos por la radio. Esta es una película sobre una búsqueda de la felicidad que comienza aquí y ahora, en el goce cotidiano de vivir que impulsa el existir subsistiendo, resistiendo. Se expresa en la música que acompaña al trabajo, por ejemplo, o en los jóvenes que aprovechan las ocasiones que encuentran para bailar sensualmente, incluso cuando están solos o beben con amigos. También en la manera como las personas llenan sus espacios con expresiones espontáneas de esa felicidad, decoraciones y ambientaciones de gusto irritante para la burguesía. 

Podríamos decir, por tanto, que esta es una película de contramirada. Se confronta con los relatos de los medios de comunicación, aún hegemónicos, en los que el pueblo es víctima o victimario en historias sobre el crimen o de desastres que llaman la atención por su espectacularidad y no por sus causas, que se relacionan con la pobreza. Responde también a los discursos políticos de redención por el sacrificio del ajuste neoliberal o por la magia de un poder político bondadoso, y en la actualidad a la ultraderecha que desde el poder agita el odio, pasión que destruye lo común.  

Contra eso se rescata aquí la capacidad humanista del cine descubrir la belleza en la vida colectiva cotidiana, afortunadamente despojada también del melodrama de sus lejanas fuentes en el neorrealismo, modernizada por una mirada que la capta en fragmentos. Podría ser una adaptación al presente de la consigna del documental testimonial de Fernando Birri, “mostrar la realidad tal cual es”, pero en este caso acarrea el problema de la denuncia ausente y el peso que en cambio tiene la felicidad. Es algo que puede llegar a plantearme también la ternura de la mirada de ese gran cineasta de la actualidad que es el brasileño André Novais Oliveira.

Pero esto me lleva a reparar en que Las formas de la invención es, además, una película sobre el documental y su mirada. Allí está también la singularidad que le encuentro en el contexto del cine argentino actual. Otro aspecto relevante del film de Maia Navas es cómo el desarrollo de la forma resuelve la tensión planteada por la objetividad de una cámara que graba a distancia, en planos generales o con teleobjetivo, desde un auto en la calle o desde una ventana, en casa. 

En el plano inicial, la lejanía respecto a aquellos a los que filma se subraya por el interpuesto vidrio del auto, cubierto de gotas de lluvia. En otros casos, un vehículo delata la posición de la camarógrafa a distancia al atravesarse entre ella y los que graba. Pero los desplazamientos del auto también evidencian que hay alguien filmando y la mirada es suya, lo que confirman un plano en el que la cineasta se ve fugazmente reflejada en el retrovisor del auto, cámara en mano, y otro que muestra a contraluz su silueta cuando levanta la persiana de una ventana, en su casa. 

Esta tensión se resuelve con una historia que comienza a desarrollarse en la banda sonora, en mensajes de WhatsApp, paralelamente al montaje de los fragmentos de miradas al pueblo. Maia Navas aparece allí identificada con su nombre, como un personaje secundario en otra trama típica de la vida cotidiana de hoy, la organización de una fiesta de cumpleaños intercambiando mensajes en un grupo de esa red. Esta historia va a servir de pretexto para que la cámara entre en la vida de esa familia, en su casa y en la fiesta, y permanezca entre el pueblo en otras escenas.

La invención continua que impulsa la vida en la película tiene así un correlato en este modo de inventar un modo de pasar de lo etnográfico a lo personal, de la objetividad artificiosa inicial al deseo del encuentro con los que no son los otros sino los suyos. Hallar el lugar justo para el yo en el nosotros del pueblo es también un desafío para superar el “giro subjetivo” del documental, las hoy trilladas películas en primera persona. Es lo que me parece más novedoso en esta película.


Pienso de vuelta, entonces, en la que me había parecido una manera problemática de mirar al pueblo. Quizás la respuesta está en que no se trata de verlo tal como es, como decía el viejo maestro Birri, sino de lo que podría llegar a ser, el potencial que se asoma en los fragmentos de esta película como creación del pueblo, realizable en lo que le vemos construir diariamente por sí mismo con su esfuerzo. Es la felicidad del aquí y ahora en tanto podría proyectarse como el siempre para todos del futuro. La palabra “invención” del título apuntaría también hacia eso. 

A esto se añade la democracia en la película. Pero lo que de ella se muestra me deja la duda acerca de si será de ese modo como podría alcanzarse esa felicidad, y no se abre un camino distinto a la mirada de este documental. Por esa vía llegó al poder la ultraderecha en Argentina, y allí permanece, preparándose impunemente, quizás, para resistir de maneras no democráticas.

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