Parlamento imaginario #1 y Une vieille terre pour une nouvelle chanson qui sonne comme la vieille chanson avec le même-même et le vieux-vieux et rien de rien de rien de nouveau
Por Pablo Gamba
El tríptico Parlamento imaginario #1 (Argentina, 2025), de Andrés Denegri, fue la pieza ganadora del Primer Premio Fundación Andreani Arte, Tecnología y Ciencia, mientras que el segundo fue para un video de 40 minutos de duración de Liv Schulman realizado en Francia que sorprende, primeramente, por la longitud del título original en francés: Une vieille terre pour une nouvelle chanson qui sonne comme la vieille chanson avec le même-même et le vieux-vieux et rien de rien de rien de nouveau (2023). En español es Una tierra vieja para una canción nueva que suena como la canción vieja con lo mismo y lo viejo-viejo y nada nada nada nuevo.
Parlamento imaginario #1 es la continuación de uno de los trabajos sobre las sedes de los poderes del Estado argentino que Denegri presentó en la exposición Leviatán (2024) y que comentamos en Los Experimentos. Se trata de una pieza integrada por un fotomontaje, que ocupa la parte central, y dos videos, dispuestos a los costados, que son loops de Super 8 en blanco y negro digitalizado, sobre la arquitectura del Palacio del Congreso de la Nación Argentina, uno de los edificios de su tipo más grandes del mundo, y el Capitolio Nacional de La Habana, otra de las sedes parlamentarias más faustosas, de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
El tema de esta pieza es ilustrativo de una de las vertientes de la obra de Denegri, en tanto artista que en el panorama del cine experimental se presenta como un heredero de la vanguardia argentina de los años sesenta, como escribimos en la nota sobre Leviatán. Es algo que lo diferencia de los realizadores que se referencian en el Grupo del Instituto Goethe en los setenta, el de Claudio Caldini y Narcisa Hirsch, entre otros, aunque Denegri también ha seguido ese camino en filmes como Campana (Argentina, 2025), realizado como parte del dúo FRAD, que comentamos cuando se estrenó en el BAFICI.
El fotomontaje de Parlamento imaginario #1 es revelador de un estilo vanguardista que parece tener algo de cubista, pero es sobre todo surrealista en lo tocante a la invención de una obra pública monstruosa, a partir de la combinación de los registros fragmentarios de las dos sedes legislativas y su entorno. La composición está hecha con fotogramas ampliados de las filmaciones de ambos edificios, dispuestos en tiras como en las películas que a tal efecto rodó con movimientos verticales de la cámara como dominantes.
El video del Palacio del Congreso argentino es análogo al fotomontaje por la fragmentación. Podría decirse que despliega una construcción en el tiempo en contrapunto con el despliegue espacial de la composición fotográfica. En el caso del Capitolio cubano, apreciamos cierta continuidad del registro, el destaque de la bandera nacional como centro de atención y una contextualización más amplia en la ciudad. Es una diferencia que no atribuiría al sistema socialista de ese país sino a la mirada curiosa del visitante extranjero. Pero los dos videos coinciden en su función frankensteiniana de dar vida, con el movimiento del film, al espantoso edificio de imágenes fijas.
Con esta experiencia perceptiva Denegri problematiza en nexo de ambas sociedades con el poder público que las representa, de acuerdo con el orden institucional de los respectivos Estados, cuyas diferencias se diluyen inquietantemente. El enrarecimiento de la relación con el entorno y, por extensión, con la sociedad en su conjunto, plantea una pregunta política por la analogía que se establece en esta pieza entre la representación fílmica y la parlamentaria. Ambas son el resultado de un agregado de representaciones singulares ‒los fotogramas que se suceden en un caso, los diputados que representan grupos de ciudadanos, en el otro‒, que conforman imágenes cuya impresión de realidad se desestabiliza aquí. Quizás por ello los congresos requieren arquitecturas monumentales, para que parezcan verosímiles y transmitan una sensación de estabilidad.
El vanguardismo de los sesenta sigue vivo en la capacidad de interpelarnos que tiene esta pieza de Denegri. Si hay algo en lo que nos llama a pensar Parlamento imaginario # 1, es que la política tiene que estar en otra parte.
La longitud desbordante del título del video de Liv Schulman trae a colación, por sí misma, el que me parece el rasgo más significativo de la obra de esta videoartista argentina que vive y trabaja entre su país natal y Francia. Se trata de la fuerza del humor, así como también el interés de Schulman por la palabra, puesta en crisis por lo que respecta a su capacidad de hacer referencia a lo real. Se percibe esto último en la disyunción que hay entre el texto literario en que se basa la pieza, Jane Eyre (1847), de Charlotte Brontë, obra de una escritora capaz de combinar el realismo con la fantasía, y los aparatos electrodomésticos movidos como títeres que son los personajes de la adaptación de la historia a un mundo de posthumanismo apocalíptico, no ecologista como está de moda en el cine experimental de la actualidad.
Lo viejo-viejo del sonido de la nueva canción del título refiere a que el video está hablado en una mezcla de francés y las lenguas vernáculas bretón y galés, así como de latín, que es una lengua muerta, mientras que la nueva tierra es una ironía, considerando que se grabó en Carnac, entre los menhires del lugar, piezas que se remontan al Neolítico. Esto expresa el interés que también tiene Schulman por el desgaste que atribuye a nuestra capacidad crítica y, sobre todo, de producir un arte nuevo. Responde a esto con lo viejo-viejo que no se remonta a la época de Charlotte Brontë sino a la Prehistoria, como sarcasmo de la opción de volver al pasado para recomenzar. Además, con la provocación que hay en la representación de los campesinos franceses de otro tiempo como marionetas grotescas y la ubicación de la posibilidad de la perspectiva política en un inconsciente subterráneo, lleno de basura y restos de alimentos, donde el títere de una rata se ensucia asquerosamente.
Aunque el siglo XX del welfare state y la sociedad de consumo quedan fuera de la historia del video, como un hiato entre la narrativa decimonónica y el regreso a lo primitivo en el mundo del futuro, sus ruinas están presentes en el protagonismo del aire acondicionado AC, en un rol análogo al del personaje principal de la novela inglesa, y su relación con la poderosa cafetera Krups. Injusticias y abusos como los que padece Jane Eyre por ser mujer y pobre en la obra literaria, que se considera precursora del feminismo, se enfrenta así con el enrarecimiento del ideal de bienestar que tuvo una expresión emblemática en la relación del ama de casa con los aparatos que le hacían más fácil la vida del hogar, la versión modernizada del rol tradicional de la mujer.
Pero esto no lleva a una crítica aquí, en tanto esta posibilidad tendría como referencia la tradición modernista que la artista considera agotada. La posición de Schulman, por tanto, podría ser calificada de cínica en un sentido como el que se atribuye al arte impactante de Damien Hirst, aunque con la significativa diferencia de que no se ha lucrado del mismo modo con sus obras.
Sin embargo, creo que su humor aún puede expresar algo del poder de desenmascaramiento del cinismo de la Antigüedad, de Diógenes, por ejemplo. Aflora en detalles que hacen referencia a problemas actuales, como la división del tiempo que hacen los campesinos: antes y después de una reforma fiscal, que queda asociada de este modo, implícitamente, a la llegada del Apocalipsis. Quizás también en la perspectiva de una latinoamericana para la que el fin del mundo no es una imaginación fantástica, sino que refiere a crisis como la que atravesó su país a finales de 2001. De experiencias como esa puede nacer un humor como el que distingue los videos de Liv Schulman.
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