Nuestra sombra


Por Mariana Martínez Bonilla

Nuestra sombra (2024), de Agustina Sánchez Gavier, formó parte de la de la Competencia Protagonistas de la edición 2025 del Syncro Film Fest, evento dedicado al cine internacional de autor en formato breve que se llevó a cabo en la ciudad de Buenos Aires del 26 al 29 de junio. Dicha obra sirvió a la artista como requisito de graduación de la Academy for Media Arts de Colonia, Alemania, y se estrenó internacionalmente en la Quincena de los Cineastas del Festival de Cannes 2024. Asimismo, este cortometraje ganador del Premio Especial del Jurado en el festival italiano Concorto, de una mención especial en Mar del Plata y del galardón a la mejor dirección en el Dhaka Film Festival de Bangladesh, es un antecedente del primer largometraje la realizadora argentina radicada en Alemania, resultado de una investigación que desarrolló para llevar a cabo tal empresa.

A grandes rasgos, Nuestra sombra narra la historia de un grupo de mujeres que se aferran a lo poco que les queda de vida después de que todo su universo se derrumba por la ausencia de un ser querido, a quien no cesarán de buscar. En el universo narrativo de esta obra los personajes masculinos, a excepción de Lucas, un infante, son relegados a ocupar un rol secundario. Sus acciones resultan inocuas e irrelevantes para el desarrollo de la trama y acontecen fuera de foco e, incluso, fuera del cuadro. Al desplazar así la figura masculina tradicional del centro de la acción, Sánchez Gavier abre un espacio para la exploración de lo femenino en relación con lo fantasmal, los elementos de la naturaleza y los fenómenos celestes.


La conexión entre estas esferas es palpable: las mujeres en la pantalla parecen tener una relación profunda con el mundo espiritual y natural. Constantemente las vemos afligidas, estáticas, ocupando los primeros planos. Ante ellas, las ausencias y lo fantasmal no se presentan como algo ajeno o aterrador, sino como una extensión de sus lazos con la tierra y sus misterios. Así pues, cuando la directora revela el motivo de la inquietud las mujeres, la desaparición de una joven llamada Aylin, nos convertimos en cómplices de su búsqueda, la cual tiene como correlato el acontecimiento de un eclipse total de sol y la inquietud propia de los elementos naturales: las aves y el agua de los ríos que circundan a la provincia de Misiones, lugar en el que se desarrolla la historia.

El eclipse, evento de profunda significación, se convierte en un catalizador de la interacción entre la naturaleza y lo espectral. La oscuridad momentánea y el cambio de la luz pueden simbolizar la ocultación de verdades dolorosas sobre la devastación de la naturaleza por la tala selvática, pero también la emergencia de una conexión más honda con el cosmos para quienes están en sintonía con él. De esta manera, en el panorama audiovisual contemporáneo, en el que la fantasía a menudo se entrelaza con la crítica social, Nuestra sombra trasciende los límites del género para ofrecer una reflexión profunda sobre la relación entre lo humano y la naturaleza. En ese sentido, lo fantástico aquí no opera como un mero artificio narrativo, sino como un vehículo para explorar las complejidades de un mundo asediado por la devastación ambiental.


En Nuestra sombra, desde una perspectiva ecocrítica, Sánchez Gavier cuestiona directamente la relación entre la explotación desmedida de los elementos naturales y la existencia humana en un contexto en el que las fuerzas sobrenaturales (o, más bien, naturales), determinan la realidad. En esta obra, la tala selvática no solo se presenta como un acto de destrucción ecológica sino como una herida en el tejido mismo de la existencia. A partir de ello, la directora logra dotar a la naturaleza de una agencia propia, convirtiéndola en un personaje silencioso pero poderoso, cuyas reacciones ante la agresión humana se manifiestan de maneras sutiles y, a menudo, sobrenaturales.


En resumen, en Nuestra sombra, el género fantástico se vuelve, una herramienta para amplificar el lamento de la tierra, sugiriendo que la devastación no sólo altera paisajes sino que también desequilibra fuerzas invisibles y ancestrales. La selva, en su agonía, nos es mostrada a través de planos generales acompañados por una banda sonora que combina el paisaje sonoro del entorno selvático, sonidos ominosos no asociados con nada en la pantalla y el ruido constante de una motosierra. El paisaje parece generar sus propias defensas, sus propias manifestaciones de descontento que se entremezclan con la realidad de los personajes, quienes buscan constantemente salir del tedio producido por la ausencia de oportunidades, pero también por la falta de sus seres queridos, hasta terminar desvaneciéndose en el horizonte.

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