Cantos da metamorfose ou aquela vez em que eu encarnei como boto y Fourteen Poems
Por Pablo Gamba
En la competencia del festival Bendita Tú, que se presentó en Buenos Aires y ahora va a Madrid, están dos cortos que sobresalen por la manera como tratan el tema del abuso sexual contra las niñas. Son Cantos da metamorfose ou aquela vez em que eu encarnei como boto (Portugal, 2024), de la cineasta brasileña Ainá Xisto, que también compitió en el FIDBA, y Fourteen Poems (Argentina-Estados Unidos, 2024), de la escritora estadounidense radicada en Buenos Aires Maxine Swann,
El corto de Xisto se destaca en particular por cómo desplaza la cuestión de la historia a la manera de contarla, lo que lo distingue de las narrativas hegemónicas por lo tocante a la revictimazión de las mujeres al recrear los hechos traumáticos. Lo más notable es cómo, para darle expresión a estas experiencias, la realizadora recurre al tópico de la analogía del cuerpo humano y la materialidad del film de 16 mm, y a la tradición simbólica del psicodrama, que ambos tienen como fuente el cine experimental.
Xisto trabaja con la alteración del deslizamiento de la película para hacer completamente borrosa la imagen que corresponde a su relato en over, como correlato fílmico de la desestabilización causada por el dolor. También a la fragmentación del cuerpo cuando la figura se hace identificable, aunque sin que la imagen llegue a estabilizarse por completo. Otro logro es la sinécdoque, una imagen que sintetiza el recuerdo de lo que sucedió sin recrearlo.
Puede resultar controversial, sin embargo, la manera como el relato da un giro hacia lo chamánico en la parte de la recuperación, que se compara implícitamente con una resurrección. Lo digo por el sabio de un pueblo originario como figura sanadora y el ritual de transformación como una limpieza. Son lugares comunes disonantes con la más compleja simbología del boto, el delfín de agua dulce. Hay algo de la mitología en torno al “buen salvaje” que se filtra en esto, por una parte, y también de la resolución de los problemas en la pantalla, como en el cine hegemónico.
Pero más problemático me resulta que en la sanación mágica hay cierta naturalización y mitificación implícitas del abuso, en tanto lo contextualiza con referencia al cosmos, según una cultura ancestral. Parece formar parte así del mismo orden cuyas fuerzas misteriosas restauran a la mujer. Es un problema similar al que me plantea Coyolxauhqui (México, 2017), del Colectivo Los Ingrávidos, con relación a los femicidios de Ciudad Juárez.
No obstante, hay otro aspecto, brillante, en la parte de la redención de Cantos de metamorfose ou aquela vez em que eu encarnei como boto, y que es el trabajo con la luz y el color en el soporte. El corto de Xisto es también un cuerpo que se transforma, como el del personaje, y que vuelve a la vida por obra de fuerzas que son fotomecánicas y químicas en el caso del film.
La fragmentación narrativa es un correlato que, por intuición, se presenta como más evidentemente vinculado con la experiencia del trauma. La palabra significa también “choque” y lo que se golpea se puede quebrar, así como en el acto de reunir los fragmentos hay una posible recomposición.
Es a las partes que la integran, así como al comienzo de un período de su vida, que refiere la cifra del título de la película de Maxine Swann. Se trata de un ensayo autobiográfico como tantos que se filman en el Programa de Cine de la Universidad Torcuato di Tella, en Argentina. Pero la ácida ironía de la realizadora hace una diferencia aquí. Fourteen Poems es casi una burla de la expresión del yo entendida como lirismo, tanto por lo fragmantario como por lo contradictorio que es llamar “poemas” a las partes nada poéticas que la integran, enumeradas con un índice al que se vuelve una y otra vez.
El trabajo con el archivo del cortometraje de Swann incluye una fotografía que es capaz de hacer evidente toda la complejidad de lo que ocurrió entre el padre y la hija de la película, sin arruinarlo con el impacto. Es una sinécdoque tan poderosa como la citada en el caso del corto de Ainá Xisto. Podría llevar a pensar también en La niña santa (Argentina, 2024), por lo que respecta a las relaciones entre adolescentes y adultos. Sin embargo, se distancia del film de Lucrecia Martel en lo tocante al poder sexual de las jóvenes. Es aquí el padre el que se muestra poderoso y manipulador.
Pero esto tiene una contrapartida, y es el recurso con el que se expresa la liberación del pasado y la revancha simbólica sobre el abusador. No está en la historia sino en el contarla y, sobre todo, en el modo de hacerlo, con la participación de una actriz que interpreta al personaje del padre, y la revelación del travestismo que la transforma y saca al varón de la recreación. Es una opción por el psicodrama que también me lleva a relacionar esta película con la de Ainá Xisto. Sin embargo, las diferencia que el problema no se resuelve aquí en la historia sino performativamente, en el gesto de revelarla y en la puesta en escena, como dije, lo que es otra disidencia con respecto a las narrativas hegemónicas sobre el abuso sexual.
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