El canon y Peppermint Diesel 20%
Por Pablo Gamba
Dos de los cortos galardonados en el Festival de Tampere, Finlandia, este año fueron de directores latinoamericanos. El canon (Chile, 2024), de Martín Seeger, ganó el Gran Premio de la competencia internacional. En el renglón nacional, el premio especial de filmes de menos de 30 minutos fue para Peppermint Diesel 20% (Finlandia, 2024), de una cineasta de Venezuela que vivió en Costa Rica y está radicada en el país báltico, Mariangela Pluchino.
El canon se estrenó en el BAFICI, en Buenos Aires, donde también estuvo la película más conocida de Seeger, el largometraje Piotr: una mala traducción (Chile, 2010). Ambas tienen en común el tema de los extranjeros, aunque abordado desde ángulos que se apartan de los lugares comunes miserabilistas y humanitarios acerca de la migración. Seeger vincula la cuestión con el mundo del arte y pone de relieve los aspectos formales de la representación, por una parte. También le da vuelta al tema de actualidad mediática para hacer del que viene de afuera un recurso con el que lleva el foco hacia adentro, hacia la chilenidad. Encuentro en esto un vínculo con un film reciente de Cristián Sánchez: La promesa del retorno (Chile, 2020).
Hay en El canon una linealidad y un sentido del humor negro que me hacen pensar también en La noche del señor Lazarescu (The Death of Mr Lazarescu, Rumania, 2005), de Cristi Puiu. Pero esta manera de contar se encuentra en tensión aquí con fragmentos que interrumpen y puntúan la narración, y detienen el tiempo por referencia a la intemporalidad de las formas, a partir de la cual Seegers trabaja irónicamente el problema de los estereotipos de los migrantes.
El canon tiene como protagonista a Jean (Berdouay Camilus), un obrero haitiano que se ha radicado en Chile y que desempeña dos trabajos. Uno es en la construcción y otro, por su físico, literalmente escultural, es sirviendo como modelo en poses de piezas clásicas para estudiantes de arte. La película está inspirada en un cuento sobre un personaje parecido de un autor de otro país del que mucha gente ha emigrado, Venezuela: “Marcucho el modelo” (1932), del escritor, caricaturista y humorista Leoncio Martínez, que firmaba “Leo”.
Lo negro del humor de Seeger se expresa en la manera en que se lo contempla y se lo explota a Jean como máquina y como modelo, tratándolo como no se haría con una obra de arte ni con una excavadora costosa. Las partes de abstracción de tiempo y lugar en limbo negro, intercaladas en el relato, resaltan las obras de referencia del arte clásico y también del humanismo en la cultura occidental, pero sin que al imigrante en el que cobran cuerpo se lo vea como un ser humano.
El humanismo y la deshumanización se confrontan así tanto abstractamente, en la forma, como en el plano imaginario del relato, de un modo en que el cortometraje apunta hacia una combinación de idealización y racismo que no solo se da en Chilem y con los extranjeros, porque en esto también la película sigue se cerca el relato de “Leo”. Pero a la vez destaca la pérdida de la humanidad como rasgo de los personajes chilenos, con una didáctica que se deslinda de lo edificante y se decanta, en cambio, por una ácida provocación.
Con representaciones a las que da vuelta trabaja también Mariangela Pluchino en su cuarto cortometraje. En este film lo canónico es el género del thriller de venganza, y análogamente se trata de subvertir estereotipos y modelos, desde una perspectiva queer de actualidad aquí.
Peppermint Diesel 20% es una película de las que reflexionan sobre el cine, cuyas protagonistas son utileras que recurren, en la ficción, a los objetos de imitación que se utilizan en los rodajes. Hay también un enmarcamiento de parte del relato, que lo presenta como un film que ven las mismas dos mujeres en el film, y se desarrolla como las que hoy llamamos “películas mutantes”.
Las situaciones se trasmutan de una manera que juega irónicamente con la lógica realista del azar para abrirla a las posibilidades del metarrelato. Esto tiene como correlato significativo las transformaciones de los personajes, en las que también se juega con el cine dentro del cine.
Pero lo más significativo es la subversión del imaginario machista vinculado con los automóviles y las estaciones de servicio. Son sitios en los que, como en los talleres mecánicos donde la mayoría de los que trabajan son varones, a las mujeres se las representa en la publicidad sexista que los “decora”. La irreverencia queer también se expresa con lucidez en la mezcla del título, que en la historia tiene un correlato en el que podría hallarse una referencia irónica a las proporciones de realidad e invención de las identidades, aunque jugando con los mismos estereotipos que se cuestionan. Es algo que define el alcance de la crítica en una película como Peppermint Diesel 20%. Pero todo esto opera, por otro lado, con una fuerza y fluidez que la destacan entre las que hacen del cine de ficción un lugar de pensamiento sobre las imágenes.
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