Pola Weiss


Por Mariana Martínez Bonilla

Después de su estreno internacional en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), durante julio de este año, el filme Pola Weiss (2023), un documental de Alejandra Arrieta, se presenta en México como parte del festival ULTRACinema XII y del 18 Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DocsMx).

Esta película es una continuación del trabajo previo de Arrieta. Sin embargo, se presenta como una reelaboración independiente de algunas inquietudes planteadas por la directora en la serie documental La creación de Pola Weiss, transmitida por TV UNAM a principios de mayo del 2022 como conmemoración de los aniversarios de nacimiento y luctuoso de la artista mexicana, nacida en la Ciudad de México el 3 de mayo de 1947 y fallecida el 6 de mayo de 1990.

En su obra, Weiss, planteó una interesante reflexión en torno a las posibilidades del soporte televisivo para el arte y, por lo tanto,sobre la intermedialidad en las artes, discusión propia de su tiempo, enunciada hacia mediados de la década de 1960 por los artistas de Fluxus. Cabe destacar la cercanía de la artista con figuras pioneras del arte a través de medios y soportes electrónicos (televisión y video) como Nam June Paik y Shigeko Kubota.

Tanto la serie como el documental de Arrieta buscan dar cuenta de la vida y obra de la controvertida y visionaria artista, quien convirtió su autobiografía en fuente de inspiración para su obra. Pionera del videoarte en México, Pola Weiss reunió en su corta vida una gran variedad de trabajos entre los que se encuentran videodanzas, como Papalotl (1979), Cuilapan de Guerrero (1979), Xochimilco (1979), y videos como Flor Cósmica (1977) y Videorigen de Weiss (1984).


Para Pola, la televisión era una caja mágica, pues contenía un potencial creador inimaginable. Por ello, autodefiniéndose como “teleasta”, hizo de ella y de sus recursos tecnológicos y discursivos un arma de emancipación y subversión práctica y conceptual, en donde se puso al cuerpo de la mujer en el centro de la enunciación y la narrativa visual.

En una entrevista con Amanda de la Garza para el programa Vindictas (2022), también transmitido por la televisora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Alejandra Arrieta afirmó que la incorporación de una cámara-cuerpo en la práctica de Weiss puede considerarse como una suerte de precedente de la noción de cyborg, desarrollada por Donna Haraway a principios de la década de los ochenta. Dicha apropiación corporal del medio fue considerada en su momento como una tarea sumamente transgresora e incomprendida.

En su momento, ese gesto ahora calificado como vanguardista le valió la negación por parte de las autoridades universitarias para permitirle titularse como teleasta, otorgándole, en su lugar, un título en Comunicación. Sin embargo, ello no la detuvo, pues su interés por el fenómeno de las imágenes electromagnéticas la llevó a trabajar en la televisora universitaria y a, posteriormente, desarrollar una práctica artística sin parangón en México. Lo cual la convirtió en una de las artistas más influyentes para el campo de la experimentación audiovisual en México hasta la actualidad. De Pola se ha dicho, sin temor a equivocaciones y con justa razón, que fue la inventora del videoarte en México. De ello dan cuenta tanto su prolífico corpus de obra, como la gran cantidad de reconocimientos y premios que le fueron otorgados internacionalmente.

Formalmente, el trabajo de Arrieta se convierte en una obra de videoarte. Divididas en cinco capítulos, algunas de las entrevistas y materiales de archivo son intervenidas creativamente con filtros que se asemejan a la estética de la televisión, característica de la obra de Weiss. Por momentos, estas intervenciones vuelven indiscernibles las aportaciones de A. Arrieta y su equipo de producción de aquellas disolvencias, superposiciones y otras formas visuales,coloridas y caleidoscópicas, propias de Weiss. Como afirmó la propia directora en una entrevista para el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE): “Quería que los espectadores sintieran lo que yo cuando conocí ese archivo. Fue sumergirme en un mundo lleno de colores, caligrafía, fotos y videos que reflejaban la subjetividad de Pola. El documental debía tener una estética que reflejara esto”.


Igualmente, la utilización de un gran número de inserts de las propias piezas audiovisuales de Weiss, como Ciudad-Mujer-Ciudad (1978), Cuetzalan y yo (1979), Bidé o escultura (1983), y Mi corazón (1985), entre otras, muestra una conexión realmente enriquecedora entre la producción de la artista mexicana y las posibilidades del cine documental contemporáneo como estrategia y herramienta de creación que va más allá de un emplazamiento fijo del plano, las cabezas parlantes y la ilustración de los argumentos a través del archivo.

Por otra parte, cabe destacar la labor del equipo de producción en la reconstrucción de la voz de Pola Weiss a través del uso de herramientas de inteligencia artificial. De tal manera, la propia Pola narra su historia a través de la lectura de algunos fragmentos de su diario. En ellos, la videoasta se muestra en toda su vulnerabilidad. El relato comprende, entonces, los detalles más íntimos de los acontecimientos más importantes de su vida, así como algunas facetas que la definirían como el mito que llegó a ser. Entre muchas otras cosas, la voz artificial da cuenta de sucesos tan importantes y definitorios para Weiss la muerte de su madre, su estadía como estudiante en los Estados Unidos, la pérdida de Mariana, su única hija, poco después de nacer, las muchas cartas que le escribió a “Polito”, su padre, o el encuentro con los artistas de Fluxus y el ambiente del videoarte en Nueva York.


Pola Weiss (2023) de Alejandra Arrieta ofrece una serie de pistas para escudriñar la complejidad de su vida y el mito de su muerte a través de la recuperación del archivo de Pola Weiss, resguardado por el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, así como de muchas entrevistas con diversos especialistas en historia y crítica del arte, como Edna Torres, curadora del archivo; Cuauhtémoc Medina, historiador del arte y curador, y algunos miembros de la familia Weiss que sobreviven como su hermana, Kitzia Weiss, su sobrino Iker Morancher y Fernando Mangino, quien fuera pareja de Pola desde 1982, entre otros.

A ello se suman las declaraciones del crítico cinematográfico Jorge Ayala Blanco, Humberto Terán, la artista feminista Mónica Mayer y otros amigos, discípulos y colaboradores cercanos de Weiss, el documental logra crear una relación de complicidad y empatía con los espectadores, haciendo visibles las múltiples facetas de Pola: hija consentida y rebelde, hermana mayor, tía, artista de vanguardia, pareja, amiga, madre en duelo, e hija deprimida y en perpetuo sufrimiento después de la muerte de su padre.

En suma, a lo largo de sus más de dos horas de duración, el trabajo de Arrieta configura un sincero y esclarecedor ejercicio indagatorio en torno a la figura de Pola Weiss que revisa críticamente el archivo y las historias que se han escrito en torno a ella desde el prisma de su particular e irreverente relación con el mundo, con la tecnología y, sobre todo, desde el cariño que profesó hacia todos a su alrededor, cuyas vidas marcó en formas inesperadas e iluminadoras.

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