When We Encounter the World


Por Pablo Gamba 

En Curtas Vila do Conde se estrenó When We Encounter the World (Estados Unidos-Portugal, 2023), codirigida por la estadounidense Zazie Ray-Trapido y el brasileño Leonardo Pirondi. Hemos escrito aquí sobre otras obras de Pirondi, y este corto se inscribe en su trabajo con el soporte fílmico, la ciencia ficción y el falso documental. 

When We Encouter the World se presenta como un documental, pero con personajes de identificación imprecisa, como en Effluent Gleam (2022). Queda claro así, desde el comienzo, que es un mockumentary. Un texto informa que la película trata de un experimento que una pareja de científicos aficionados hizo con un grupo de niños, el Proyecto Automeris. Recluyeron a los chicos en un bosque y dejaron que se defendieran como pudieran. Les proyectaron después películas hechas por ellos en sus viajes por el mundo. Representaban para los niños la realidad exterior, y estaban cuidadosamente elaboradas para estimularlos a cambiar su comportamiento y crear una sociedad nueva. Es significativa la fecha del experimento: 1934, poco después de la llegada al poder de los nazis en Alemania, lo que coincidió con la expansión global de la radio y el cine sonoro, y sus representaciones manipuladoras de las masas. 

No es difícil ver en esta historia una alegoría de nuestro tiempo, una época en la que los medios de comunicación se han expandido mucho más con el acceso generalizado a cientos de canales de televisión e internet. Hasta los lugares más lejanos y desconocidos del mundo se nos presentan hoy en los medios como si fueran familiares, y no es raro que la gente dé más credibilidad a lo que informan sobre lo que ocurre en su entorno que a los testimonios de otras personas e incluso a su experiencia directa. Esto ha estado acompañado de un nuevo ascenso del fascismo. 

La dominante en When We Encounter the World es el montaje y su poder manipulador de las imágenes. Por eso me concedo aquí la licencia de hacer un análisis minucioso, aunque pueda parecer demasiado descriptivo o incluso tedioso. 


La primera parte parece una descripción, en la actualidad, del lugar tampoco identificado donde se hizo el experimento, precedida por una ilustración que supuestamente representa lo que hubo allí y una foto que ha de entenderse que es de los niños del experimento. Lo que se ve al comienzo es un registro del bosque que comienza con el muro y la alambrada que siguen rodeándolo y aislándolo. Pero lo que viene después empieza a ser problemático. Vemos un plano de un detalle de una edificación que por el contexto se identificaría como lo que es o queda hoy del complejo de pequeños edificios de la ilustración, pero sin otros planos que completen su representación ni la ubiquen en el espacio. Después hay planos de troncos y ramas cortadas que dan a entender que algún tipo de actividad relacionada con el trabajo de la madera se desarrolla allí, sin que se entienda cuál ni quiénes lo hacen. 

El falso documental de Pirondi y Ray-Trapido recurre a continuación a un fragmento de película y fotografías en blanco y negro que intuitivamente se identifican como de archivo. En el contexto de When We Encounter the World, este material se presenta como un registro de la sociedad que habrían formado en ese microcosmos los niños como resultado del experimento. Se puede contrastar con la primera foto, que los representaría en su estado “salvaje”. Pero los realizadores no siguen el protocolo de señalar las fuentes de este material en los créditos ni hay información que aclare si fue una reconstrucción. Tampoco se informa en el argumento que la pareja protagonista haya hecho películas que registraran el desarrollo del proyecto. 

Las imágenes “de archivo” parecen ser ilustrativas del tipo de comportamiento que habrían desarrollado los niños por referencia a la voz narradora de When We Encounter the World. Sigue en esto las pautas de la modalidad de representación expositiva de lo real que continúa siendo dominante en los medios de comunicación y las películas didácticas. La narración original del fragmento es otra. Se corta pronto y no aclara nada al respecto. Con esto también se hace evidente la manipulación. Pero también, por eso mismo, la analogía irónica del falso documental con las películas que hacían sus personajes anónimos. Esto se extiende al rodaje en 16 mm, soporte característico del cine científico, aunque las imágenes del presente están en color. 


Solo después del segmento se insertan los que podrían identificarse como registros de las ruinas del Proyecto Automeris en la actualidad, lo cual es resultado también de haber visto antes las imágenes “de archivo”, es decir, de otra manipulación. Pero no todas las “ruinas” parece tales y faltan las de los principales edificios del complejo. 

La parte final de When We Encounter the World se presenta como la recreación de uno de los filmes que la pareja hizo para estimular a los niños a crear su pequeña sociedad. Se nos informa que todas esas películas se perdieron y que lo que se verá se basa en las notas que dejaron, lo que hace todavía más problemático el segmento “de archivo” apócrifo. Aquí la película de Pirondi y Ray-Trapido despliega el humor irónico con el que el falso documental trata de diferenciarse del engaño con malas intenciones. Es muy evidente el objetivo perseguido por la pareja protagonista. La película consta de imágenes fragmentarias de la cotidianidad en los Estados Unidos de hoy que se alternan con planos de polillas y una trampa de luz. No está de más aclarar que el “automeris” del nombre del proyecto es una familia de estos insectos. 

Un problema con esta película es que la comparación de la manipulación de las representaciones audiovisuales con la atracción fatal que ejerce la luz en las polillas podría parecer un chiste. Pero no lo es si el espectador o espectadora cae en cuenta de que ha actuado como por efecto de una inclinación análoga al unir los fragmentos en el proceso de entender e interpretar el falso documental, siguiendo pautas de comportamiento que ha adquirido por exposición a los medios de comunicación y el cine. Lo más revelador sería el automatismo que opera en la relación entre la voz que expone un tema y las imágenes que lo ilustran y, en este sentido, aportan una “confirmación” visual de lo que se dice, como en el segmento apócrifo “de archivo”. 

Ahora bien, esto lleva a otro problema. Es que la crítica de representación documental que hay aquí no es liberadora sino que nos atrapa en un laberinto. La puesta al descubierto de la manipulación es obra de recursos que no son otros que los de la manipulación misma. Yendo aún más profundo, los niños de la sociedad nueva ficticia del corto se dedican a hacer maquetas del mundo que se proponen construir. La película recreada apunta muy claramente a estimularlos a hacer eso. Pero ese nuevo mundo estaría precedido y guiado, entonces, por las imágenes construidas actuando por el impulso manipulador del cine que son las maquetas. No habría otra manera, sin manipulación, de “encontrar el mundo”, como dice el título del corto. 

El caso es que el mundo nos sale al encuentro todos los días de maneras muy diferentes que nos fuerzan a enfrentarlo para poder solamente sobrevivir, independientemente de cómo y con qué fin lo representen para nosotros. Para poder vivir hay que cambiarlo, y es imposible sin otro modo de pensar un mundo diferente. Dejar esto de lado puede ser consecuencia de algo peor que estar manipulado: sentirse cómodo en el mundo tal como es, aunque sea insoportable para otros. Afortunadamente, sin embargo, en el corto hay una rendija para salir del laberinto. Es la pintura infantil colorida de un bosque con niños que corren y hasta vuelan. Significativamente, está en el exterior del muro que rodea el área del experimento.

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