Línea ver

 

Por Pablo Gamba 

Línea ver (2024) es uno de los cortometrajes en los que Franci Durán ha venido trabajando con la técnica de fitogramación, como en It Matters What (2019) y Compendium (2023). Se estrenó este año en Inflamável, en Florianópolis, Brasil, y estuvo recientemente en Fugue State, en Chicago. 

Francisca “Franci” Durán es una artista y cineasta chileno-canadiense que, siendo niña, huyó con parte de su familia de Chile a Norteamérica en 1973, como consecuencia del golpe de Estado que derrocó el gobierno democrático de Salvador Allende y la Unidad Popular. Así como en su filmografía hay piezas autobiográficas y de trabajo con material de archivo que refieren a la memoria de su origen nacional y a la relación con su país de acogida, como Cuentos de mi niñez (Canadá-Chile, 1991) y Boy (Canadá, 1999-2005), películas sobre las que Raffaella Rosset escribió en Los Experimentos, desde 2018 ha desarrollado prácticas que la ubican en el paradigma ecológico del cine experimental contemporáneo, como la fitogramación. 

Durán fue parte de un taller con el desarrollador de esta técnica de fotografía y cine sin cámara, Karel Doing. La fitogramación es un tipo de animación en el que plantas previamente empapadas en una solución de vitamina C y carbonato de sodio se ponen en contacto con papel fotosensible o película, como Super 8 en blanco y negro en Línea ver, y se exponen a la luz del día. 

La imagen es así el resultado de una interacción física y química entre componentes propios de las plantas y del proceso fílmico. Produce colores que varían de acuerdo con las especies vegetales y la luz solar, por ejemplo, resultados que no pueden predecirse, lo que la diferencia de la “huella” de lo real que la luz imprime en la película en la cinematografía habitual con cámara y que hace que imagen fílmica sea como la verdadera “copia” esperada de aquello que se filmó. 

La relación no es aquí de esa semejanza visual ni “indicial” de esa manera, sino más profunda y ampliamente sensorial. Se basa en impresiones visuales cuasitáctiles, la manipulación en la animación del tiempo ‒dimensión abstraemos en nuestra relación habitual con estos seres vivos cuyo movimiento no percibimos, como el de los animales‒; en la falta de solución de continuidad entre las imágenes en las que podemos reconocer, por ejemplo, el referente de las hojas y otras que se nos hacen abstractas o incluso parecen letras, y la que también se construye, en el trabajo con el sonido, entre sensaciones de líquidos y sólidos. Otra percepción de lo real se abre para nosotros, espectadores y espectadoras, con esta interacción de la tecnología del film y la naturaleza de las plantas. 

Un texto en pantalla, al final de Línea ver, les da el crédito a los “protagonistas” de la película: el álamo temblón, el cedro, el roble rojo, el liquen, entre otros. En la presentación de la pieza hay una referencia a la “feroz” llegada de la primavera, y justo escribo esto está por ocurrir a mi alrededor en la parte del mundo donde vivo, en el Sur. Algo que también le interesa a Durán son las “plantas no deseadas”, las que brotan sin que hayan sido cultivadas por la gente, desafiando su control. Es lo que ocurre cuando el tiempo de esta estación llega por voluntad de la naturaleza. 

Prácticas como estas se han legitimado sobre la base de un pensamiento ecologista y en torno a la relación del ser humano con las demás especies animales y vegetales. Tienen como referencia fundamental a Donna Haraway, filósofa que ha escrito sobre la necesidad de establecer nuevas relaciones de supervivencia común con los seres vivos que cohabitan la Tierra con nosotros, así como con las máquinas. Lo ha traído a colación la cineasta en It Matters What, film en la que cita textos de esta autora, película que también fue comentada por Raffaella Rossset en el blog. 

Línea ver se sostiene en parte en estas ideas. Es una necesidad inherente al cine experimental. Por buscar la ruptura con lo establecido, no solo como valioso sino como válido en el cine y el arte de su tiempo, plantea lógicamente una discusión en torno a la validez de las nuevas propuestas. No solo son textos como los de Haraway, entonces, los que respaldan películas como esta, sino las conversaciones y debates que se dan en torno a ellas, en los que la argumentación académica puede ser una estrategia que consiste en transferir al arte capital cultural de otro campo del saber. Afortunadamente, sin embargo, no es el único tipo de pensamiento que puede haber al respecto. 

Creo que los críticos debemos considerar la tendencia ecologista del cine contemporáneo con referencia a estos parámetros de los campos sociales para evitar la fascinación con la que tratan de seducirnos con lo novedoso y que se puede presentar con envolturas prestigiosas. Tenemos que defender el lugar de otras maneras de pensar en torno al arte que nos parece valioso porque nos hace sentir y pensar de nuevas y hermosas maneras; porque encuentra el modo de sacarnos de la apatía y movilizarnos políticamente. Es una perspectiva que llama a centrar nuestra atención y nuestro trabajo en el desarrollo de otra valoración de piezas como Línea ver de Durán, de la experiencia que podemos hacer con ellas sin que nos apabulle su contexto académico, de la verdad que puede haber en la práctica del arte y no en la teoría, porque solo de esta manera podremos identificar lo que es valioso como cine y no materia de estudio o especulación.

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